Una canita al aire

La jornada había sido dura, y L. se sentía débil, solo, triste y hastiado de su trabajo. Al llegar a casa quemó los papeles, se desnudó, bailó, correteó por la habitación mientras cantaba, dio varias volteretas, saltó en el sofá, gritó… y observó con estupor que la ventana seguía abierta.
Escrito por Pentapolín

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