Supervivencia desesperada

"Come, hijo mío". Mi voz sonaba seca, rasposa. La cuchara, humeando, derramando preciosas gotas de guiso aguado, se acercó a los labios agrietados del niño. Dos cucharadas. Suspirando, me recosté contra el árbol, su plácido rostro en mi regazo, su respiración débil. Gritos. Volví la cabeza. Le abracé fuerte. Lloré.
Escrito por Shylock - Twitter

No hay comentarios :

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!