Mierda...

“¡Listo!” pensó al mirarse al espejo por última vez antes de bajar. Caminaba seguro de que ese día todo resultaría perfecto, de medalla. Metros por encima, como por arte de magia, un pájaro simpatizó con él y dejó caer un regalo justo a la altura del bolsillo de la camisa.
Escrito por Carmen Balibrea

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