La inocencia

Aquel higo le satisfacía con dulce placer y desde la rama, a horcajadas, dominaba la pradera en descenso hasta el riachuelo. Años después recordaría una y más aquel dominio señorial que sintió en la higuera y tantas otras veces aquel atardecer cuando perdió el privilegio de ser dueño de sí.
Escrito por José Ángel Bermejo Urréchaga - Web

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