Un mal despertar

A punto estuvo de desmayarse, la vista se le nubló. No era como uno de los terribles sueños que le habían asaltado cada noche las pasadas dos semanas; pesadillas tras las que se había levantado empapada en sudor. Esto era real, el inconfundible aroma del café no podía ser ficticio.
Escrito por Covadonga López Iglesias - Web

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