Sello propio

El legendario escritor, ya centenario, aguardaba su hora en la soledad de su casa. Su hija y su yerno lo visitaban, traían viandas y le pedían que firmara un libro tras otro. Ellos los recogían satisfechos mientras él sonreía, sabedor de que tras ese garabato se escondía la palabra "Cabrones".
Escrito por Álex Garaizar

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