Agua de mayo

La primera gota levantó polvo del suelo.

La segunda tardó unos segundos en caer, pero a partir de ese momento la lluvia se hizo torrencial. La salamanquesa estuvo un rato mirando impasible, como hipnotizada, desde el alféizar de la ventana. Luego desapareció y no volvió a salir en dos semanas.
Escrito por Enrique Mochón Romera

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