Ciegamente

—Todavía no entiendo cómo puedes quererme sin verme.

—No lo necesito. Mira —lo llevó a la sombra—, no me enamoré de tu sonrisa, me enamoré de tu voz. No me enamoré de tu cuerpo, me enamoré de tu alma. No puedo verte, ahora tú tampoco a mí. ¿Me sigues queriendo?
Escrito por Saioa Etxegia Eizagirre

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