Don de lenguas

Podría estar horas hablando para ti. Porque quizá en un primer momento, después de una risa ligera de unos temas intrascendentes, obligatorios para romper el hielo, vendría el típico silencio forzado. Pero entonces, al mirarte a los ojos, surgiría el beso que desataría nuestras lenguas y haría innecesarias más palabras.
Escrito por Ricardo García - Web

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