Puesta de mano

Miró hacia el cielo y, agradeciendo su buena suerte, cargó la pesada escalera. En su precipitación tropezó un par de veces.

Escondido a tiempo entre unos arbustos, un joven pudo por fin salir. Miró la ventana, ahora apenas alumbrada.

No lamentó perder la escalera. Total, ya había cumplido su propósito...
Escrito por Ruperto

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