El picotazo

Y la maté. No sabía ella que podía morir con mi veneno. Y me picó obstinada. Se me puso roja la piel. Se le puso negra la sangre. Se me pasó el dolor. Se le pasó la vida. La pobre avispa no debía haberme picado nunca. Yo se lo advertí.
Escrito por Gil Hernando de Santiago

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