Burrocracia

—¡Pero si es sólo una décima!
—Pero para Medicina pedimos un 8,2; tú tienes 8,1.
—¡Pero mi colegio es el más exigente!
—Pero no deja de hacer falta 8,2.
—¡Pero si sobra sitio en las aulas!
—Pero no llegas al 8,2.
—¡Pero si ese ha entrado con 7,8!
—¡Pero 8,2!
Escrito por Álex Garaizar

Solo puede estar uno

Amaneció con la desacostumbrada habilidad de poder desdoblarse, de ser ambos y uno. Al principio, resultaba ciertamente atractivo y provechoso lo de estar aquí y allí; le facultaba, como mínimo, a hacer dos cosas a la vez. El conflicto surgió cuando el otro quiso usurpar el espacio corporal del primigenio.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Papel y boli

Se apresuró en ir a plasmar su idea en cuanto llegó. Tardó varios minutos en llegar al ordenador, que tardó otros tantos en encenderse. Cuando lo tenía todo listo, de su idea solo quedaban borrones.

Fue entonces cuando descubrió un trozo de papel y un bolígrafo en frente de él.
Escrito por Vanesa Reinaldo - Web

Recuerdos

Levantaba muros y torreones, construía puentes y pasajes secretos, pintaba cada una de las dependencias y así, poco a poco, iba creciendo su obra, el castillo que soñaba.

La abuela, en la cocina, le decía a su padre: "Espera, no tires aún esa lata vacía ni la caja de galletas".
Escrito por Crispín

Saltimbanqui

Tras cada crimen en la familia circense, aparecía una etiqueta con expresivo seudónimo: Saltimbanqui. La policía investigó a trapecistas, payasos y hombres del circo, sin resultado esclarecedor. El comisario sintió en su espalda la fría hoja del cuchillo con el que la abuela, en silla de ruedas, cometía nuevo asesinato.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa

Confieso que no sé nada

Todo se vuelve confuso, turbio. Esa opacidad me trae recuerdos inconexos de otras vidas, otros momentos. Me pregunto si viví esos instantes, o son impregnaciones, como esas viejas fotografías sepia que quedaron grabadas en mi cerebro infantil. Pero no, nunca participé en un pelotón de fusilamiento. ¿O tal vez sí?
Escrito por Santiago

Herencia vital

Confirmaron su diagnóstico: moriría.

Mintió a su madre, le dijo que marchaba lejos y montó una vida ficticia junto a un amigo que aprendería a imitar su voz para hablar por teléfono cuando él ya no estuviera.

Así hasta que la madre, también enferma, muriese antes que su amado hijo.
Escrito por La Marca Amarilla

Pecados capitales

La avaricia llenó sus estanterías y la ira, su equipaje. La soberbia les hacía mirar por encima del hombro y la envidia era su alimento. Con gula devoraron a aquellos que les querían y la lujuria les empujó a no respetar a nadie. Solamente por pereza no cayeron más bajo.
Escrito por Arturo

Jaula de aguja

"Construye ahora, luego te destrozará", dijo mi abuelo ajustando el tornillo del reloj. Por eso me limité a contar los segundos.

El reloj se paró y pensé que eran los segundos los que tenían que contar y que, ante todo, las agujas marcan la hora exacta dos veces al día.
Escrito por Saioa Etxegia Eizagirre

El suicidio

Lo preparó todo con especial esmero. Papel y tinta, una estilográfica de plumín afilado, cortante como una hoja de afeitar. Todo reposaba sobre la mesa con una disposición de ritual. Cogió la pluma y la hundió en la noche del tintero. Cuando comenzó a escribir, empezó el suicidio del poeta.
Escrito por Irroca

La secuencia oculta

Hace meses, mi sobrino Hugo Azcárraga me pidió otro cuento cargado de misterio. Yo tuve esta idea: improvisar otro cuento matemático. Debía escribir algo escondiendo una clave.

Le dije "Hugo, aquí está. Encuéntrala". Quiso obstinado descubrirla. Aún está intentándolo. Como un adolescente.

Es necesario tomar algunas horas en silencio. Compruébalo.
Escrito por Gil Hernando de Santiago

Volutas

Volutas de humo poblaban la oscura estancia. De repente, un diabólico ser, mitad águila, mitad dragón, se abalanzó sobre mí, abriendo mis carnes con su pico y sus garras. Me sentí desfallecer... Al fin, una vivísima luz penetró en la sala, me calmó y me inundó de paz... ¡Había muerto!
Escrito por Daniel Carrascosa - Facebook

Enanitos en Consejo

Comenzó con el orden del día: desalojar a aquella mujer que se había instalado intrigantemente en su casa. Sabio, el presidente, manifestó que el desahucio estaba mal visto y además era imprudente por riesgo de escrache. Pero una anciana asesora aportó una siniestra solución.

Después votaron. Tímido optó por abstenerse.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez

Misión espacial

En Ganímedes no es delito escribir. Eso fue lo que me decidió a solicitar el puesto de guardiana del Faro Intergaláctico. Eso y que allí siempre es de noche y los sueños no tienen que esconderse avergonzados de existir. Eso y que allí puedo enviar mensajes de luz y esperarte.
Escrito por Patricia Richmond - Web

Goreamor

Están ocultos. Lo ata de pies y manos antes de abrirle el abdomen con el cuchillo de filo inconmovible. Retira los intestinos; los enrolla en el cuello de su amante, besándolo. Él sonríe con picardía y pasa su lengua por la bilis chorreante cuando los captores irrumpen acribillándolos. Despiertan sedientos.
Escrito por Juan Ramón Ortiz Galeano

Donde no hay paraíso...

¿Sería posible que el hombre equivocado y el hombre correcto convivieran en el mismo cuerpo?

(La mujer dudó)

¿Se podría amar a dos hombres al mismo tiempo?

(Porque hay dos, definitivamente)

—No va a cambiar... Nunca va a cambiar.

Y Eva tembló ante la imposibilidad de que Adán la abandonara.
Escrito por Ruperto

La despechada

Harta de ser guionista de culebrones, decidió dejarlo todo y protagonizar su propia telenovela. Se operó los pechos y sedujo al guaperas del quinto, pero sus monosílabos no la satisficieron. Pensó luego en traicionar a su padre y terminó, como siempre, acompañándole al hospital.

Reharta, desenfundó la máquina de escribir.
Escrito por Carles Quílez - Web

Desde Adán y Eva hasta Steve Jobs

Todo empezó cuando la vi por primera vez, tan redonda, tan brillante, tan apetecible... Tarea difícil resistirse a esa tentación. Un día me la ofrecieron y, aunque algo escéptica, la mordí, la saboreé y ese jugo me atrapó para siempre. 

Desde entonces voy de manzana en manzana, cual pecadora original.
Escrito por Malu

Comida de fraternidad

Aquel año tenía que ser diferente. No podía repetirse lo de siempre, acabando a gritos, jurándose odio eterno, rebuscando los números de teléfono de sus abogados. Y comenzaron bien. Pero no serían más de las nueve cuando las sirenas de la policía abrumaban los oídos resignados de los pobres camareros...
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter

El cigarro de después

Se sentó frente al cuerpo sin vida, observándolo, empapándose de cada detalle. Se prometió que sería la última vez, de la misma forma que lo hizo todas las veces anteriores.

 Encendió un cigarro mientras miraba a los ojos al cadáver de la mujer.

—¿Quieres uno? Esto no va a matarte.
Escrito por Vanesa Reinaldo - Web

Cargando...

Todo fue muy rápido, doctor. No recuerdo nada más que un café en mi mano y, de repente, todo se paró. Pude ver la taza cayendo a cámara lenta, en silencio. Y hasta el cielo se oscureció... Usted me entiende. ¿Verdad, doctor?

—Cargando. ¡Apártense! ¡Tchas!
—Es inútil, doctor.
Escrito por Ricardo García - Web

La última carrera

—Ya me gustaría que cogieras esa azada— solía decirle.

Ella se limitaba a sentarse cerca, a ser posible a la sombra. A mí esa compañía me bastaba.

Cuando la sacabas a pasear era la locura y cuando le llamabas acudía veloz, como en la última carrera al cruzar la carretera.
Escrito por Isan

Maravillosos objetivos

La pequeña Ana conseguía llegar en cinco minutos desde el colegio a casa, pese a la larga distancia. Su secreto residía en estar preparada antes de que sonara la sirena, y en no entretenerse. Sabía que en su casa le esperaban su cachorro Tommy, su madre y una opípara merienda.
Escrito por Gloria Arcos Lado

Jaque mate

Desde su cama —Hospital Provincial, Unidad de Oncología—, recordó con cierta vaguedad haber visto a una dama, vestida toda de luto, cabizbaja y derrotada, cómo recogía su tablero y las treinta y dos piezas, blancas y negras, que siempre la acompañaban.

Diez años después aún sigue dichosa con los suyos.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

El uso del tiempo

Pasaba dos horas todos los días esperando llegar al trabajo. En el bus, impaciente, malgastando el tiempo. Un día encontró un libro de derecho y se puso a leer.

Tras dos años, cambió de vehículo, cambió de trabajo. Ahora tardaba 20 minutos en llegar en su BMW a su bufete.
Escrito por Manuel Barea - Web

Azul

Comenzó a leer los maravillosos relatos de exploradores y su imaginación voló con la magia de esas páginas. En ella se enfrentaba audazmente con los peligros del viaje, del clima, y con los idólatras nativos salvajes. La odisea sería larga, pero valdría la pena.

Por fin conocerá el planeta azul.
Escrito por Gustavo Lino

Varias horas antes de las cuatro y diez

Tirando piedras a una casa blanca, James Dean quedó atrapado eternamente en aquella canción mientras dos jóvenes se besaban por primera vez.

A veces los mira… ¡y experimenta una revelación que le hace llorar de felicidad!

Pero luego la melodía retorna al principio y, con ella, toda su insoportable frustración.
Escrito por Enrique Mochón Romera

Deseo tu maltrato

Maltrató las flores, las espigas, mi música y mi sexo, me dejó sin habla y sin piel, me lastró hasta que fui nada. Me largué de mi mundo sin él y ahora no tengo consuelo.

—Te ruego que vuelvas, que me des lo que me quitabas porque, sin ti, muero.
Escrito por Carlos Javier Ros García - Web

Vuelo libre

Carezco de delicadeza con las mujeres y, al abandonarlas, he visto reacciones de todo tipo. Su frialdad me pareció simple despecho, pero me equivoqué. Ahora es tarde: el golpe en la trasera, verla al volante por el retrovisor, la curva demasiado próxima, el mar terso y gris que me reclama.
Escrito por Eduardo Iáñez - Twitter

La condena

En la cripta donde me han conducido los verdugos se respira un hedor insoportable. No puedo evitar que me empujen a una fosa imposible de escalar. Caigo sobre una nube de gusanos entre huesos, carne y líquidos putrefactos de varios cadáveres en descomposición. Esa será mi condena: contemplar mi futuro.
Escrito por Cadillac Solitario

La prueba

—¿Te casarás conmigo?

Ella, con aire distraído, dijo:

—Ahora no puedo.
—Pero...
—Tengo que arreglarme el cabello.

El pretendiente la miró extrañado:

—Eres una egoísta.

Ella asintió con la cabeza. Sacó un pequeño espejo, empezó a peinarse:

—Ya está. Ahora dime, ¿estás seguro de que me soportarás en las malas...?
Escrito por Ruperto

Miedo

Marcial teme lo impredecible de su madurez. Se emociona si ella es atrevida y se decepciona si es insulsa. Eso le hace sentirse incómodo con Marta, sin saber cómo acertar. Porque vive dividido entre el miedo a que Marta se vaya y el miedo a que quiera quedarse con él.
Escrito por Marciano

La respuesta de mi madre

¿Somos el llanto de Dios o el escupitajo del Diablo?, le pregunté a mi madre, que solía asistir a misa todos los domingos. Después de largo rato, contestó: los muertos nunca hemos tenido voz ni voto en ese diálogo de sordos. Seguí acariciando a mis gusanos y ella siguió rezando.
Escrito por Andrés Galindo - Web

La tele en blanco y negro

Salí una mañana a la calle y compré la prensa. Paro, corrupción, privilegios para unos, pobreza para otros, manifestaciones con cargas policiales. Parecía esa triste tele en blanco y negro que veía con mis padres de pequeño. Me fui a dormir con la esperanza de una tele en color mañana.
Escrito por William Che

¿Sueño o realidad?

Soñaba yo a estar despierto, y que discurría por la placentera superficie de un lago dorado. De vez en cuando tocaba las heladas aguas, tratando éstas de despertarme, o quizá de sumirme en el Estigia, hacia donde Caronte me esperara.

Pero no, maldita incontinencia: seré el hazmerreír de la residencia.
Escrito por Santiago

Un instante de valor

—¿Marta? Te preguntarás por qué te llamo... Pues... Tengo que decirte una cosa... Sé que pensarás que no soy capaz, ¡pero ni te imaginas de lo que soy capaz! Sé que te aprovechas de mí, no soy idiota... Solo es que TE QUIERO.

Deje su mensaje cuando escuche el clic: cliiic.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros

Monotonías

En una planta diáfana, cientos de mesas idénticas perfectamente alineadas y con la misma orientación. Agripino López ocupa la D52. Hoy tuvo una gran idea: giró su mesa ciento ochenta grados. Se sintió diferente y feliz durante quince minutos. El tiempo que tardaron todos sus compañeros en hacer lo mismo.
Escrito por Rafa Olivares - Web

Abajo el telón

Alternaba escritura e interpretación. Su primer monólogo. Interesante. Nos dijo que sería el protagonista de una obra de Miller.

 —Iríamos.

Fue todo un éxito.

—Feliz Navidad.

Veinte días después supimos que el último domingo de diciembre, corriendo entre la arboleda, su corazón no resistió. Y el telón cayó para siempre.
Escrito por La hija del Ferroviario

Intención errónea

La redactora se equivocó llevada por su afán de realizar un trabajo completo. Como resultado recibió una llamada de atención de su jefe.

Decidida a guiarse por sus primeras intuiciones se prometió que no seguiría las recomendaciones bienintencionadas de sus compañeros y que desde entonces confiaría en su propio criterio.
Escrito por Gloria Arcos Lado

Con el permiso de Antonio

Paseo por el parque de Berlín, y...

—¿Podría decirme por favor la marca de su perfume? Me gusta. 

—Gracias.

—¿Es usted Elvira Lindo, verdad?

—¿Cómo lo ha adivinado?

—Por su perfume. Es único. Compraré uno igual para mi mujer, con el permiso de Antonio.

—¿Le conoce?

—Ustedes son mis maestros.
Escrito por Gil Hernando de Santiago

Salto de altura

Un ratón mira el río desde un puente sin decidirse a saltar. Cuando por fin lo hace, da varias piruetas y cae sobre una hoja que flota en las rápidas aguas.

—Mierda, es la tercera vez que me pasa. Así nunca aprenderé a realizar saltos de altura desde un trampolín.
Escrito por Charo Anadón - Web

Otros llorarán por mí

De aquellos dorados y difíciles inicios solo quedaba él. Ahora le temblaba la mano y andaba con dificultad. Pero seguía siendo el más resuelto y sanguinario. O por lo menos así se mostraba ante los advenedizos. No podía dejarlo. Lo juró llorando ante su tumba. "Mataré y mataré hasta morir".
Escrito por Eli Trias - Twitter

El asesino

Lo reconocieron en el depósito de cadáveres. Era él. Definitivamente. Podían ya dormir tranquilos. Daban por terminada una etapa criminal sin precedentes en el país. La policía también respiró aliviada por fin. Todo parecía perfecto. Hasta que el cura, en el funeral, les habló de la resurrección de los muertos.
Escrito por Irroca

Astrología del crimen

De izquierda a derecha lee las letras impresas, aprieta el periódico al sentir dolor y lanza uno, dos, tres gritos antes de caer en un baño de sangre que cubre poco a poco un cuchillo. Recuerda la predicción de su horóscopo: "Alguien desconocido destrozará tu corazón el día de hoy".
Escrito por Saltimbanquin - Twitter

Pozo

En aquel hondo y oscuro agujero, su desesperación se hacía más grande a cada segundo. Sus esfuerzos por salir de allí eran estériles; siempre volvía a caer a lo más bajo. En lo alto asomaron su mujer, hijos, amigos y familiares. Pero nadie fue capaz de sacarle de su soledad.
Escrito por Stbn

El fin del principio

Sentado en la cama, se frota los ojos y resopla. Sudoroso, se levanta torpe, aprieta el nudo de la corbata y recoloca el jazmín en el ojal. Enciende un cigarrillo y se deja caer de nuevo.

Mientras, familiares y amigos le esperan en la iglesia; ya suena la marcha nupcial.
Escrito por Marta López Cuartero

Dos mensajes

Mi huida hizo de ella una madre soltera. No puedo retroceder veinte años, pero sí mejorar el presente. Supe que nuestro hijo padece una enfermedad coronaria. Antes de que mis venas se vacíen he enviado dos mensajes: un "lo siento" a su madre; otro al centro de órganos, como donante.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Elegido mejor relato de octubre de 2014

Turismo

Con las maletas hechas y la reservación de hotel confirmada, tomó el avión que lo alejaba de su aburrida rutina. Llegó a su destino justo en el momento en que barrían al niño que vive de la basura. Se maravilló con esa ciudad limpia y se dispuso a descansar, tranquilo.
Escrito por Beto Monte Ros - Web

El último lector

Al último lector lo contrataron para evaluar los libros que se producían en una fábrica. Cada día se sentaba delante de la pantalla, leía la primera página y los enviaba a la papelera por ausencia de retórica. Su jefe empezó a impacientarse con los resultados y él finalmente fue despedido.
Escrito por María Cueto García

El árbol

Un niño tenía la mirada fija en un árbol, estaba volando una cometa y un cambio de viento la llevó hasta ahí.

Aterrado veía cómo la cometa desaparecía entre sus ramas. Ramas de un tronco con una herida abierta, provocada por unas letras mal hechas... que decían su nombre.
Escrito por Lalo Barker - Web

Rodari & Wilde

Don Juan dejaba buenas propinas: al camarero cortés, unas mangas de seda con las que convertir su humilde chaleco en una levita; al cartero que traía buenas noticias, suelas de caramelo para endulzar sus caminatas; y al ladrón que robó a los banqueros, el corazón de plomo del Príncipe Feliz.
Escrito por Carles Quílez - Web

Ella

Coleccionaba bolas de cristal. De día las abrillantaba acariciándolas con delicadeza; a veces hablaba con ellas. Por las noches escogía una —cualquiera— y la agitaba con fascinación provocando un sensacional alboroto de cristalitos de nieve que festejaban todos sus sentidos.

Así era ella: alegre, luminosa y transparente... como sus esferas.
Escrito por Chusa RH

Poema inverosímil

Con el corazón hecho añicos y el alma moribunda pensó en Neruda y "Si tú me olvidas", lo transcribió en su agenda y recitó cual rezo de crédulo a santo.

Más tarde arrancó esa hoja y la echó en la basura, ya ni siquiera la última estrofa le resultaba verosímil.
Escrito por Priscila Pry

Tranquilo, sobre todo tranquilo

Controla la mirada: no mires fijamente, no saltes de un punto a otro. No sudes, por Dios, ¡no sudes! Ahora, con naturalidad, quítate los cascos y déjalos ahí. Eso otro súbelo ahí arriba. Respira y camina.

—Perdón, caballero, ¿esta maleta es suya? ¿Sería tan amable de abrirla?

¡Mierda! La cagaste.
Escrito por Manu Ramírez - Web

Ausencias presentes

No podía. Él no podía abandonar el pueblo. La casa limpia y ordenada para cuando Carlos volviera. "Papá, en cuanto junte un dinerito montamos algo juntos". En el cementerio, la tumba de sus padres siempre reluciente. "Recuérdanos, velaremos por ti".

Por ellos, solo por ellos, no puede abandonar el pueblo.
Escrito por Jose Bravo - Twitter

Con otro espíritu

Subí a las oficinas en las que trabajé hasta hace unos meses. Pasé a la sala de juntas y, al director general, cuatro subdirectores y ocho lameculos, les solté una retahíla de fuertes insultos. No tuvieron valor ni de mirarme a la cara. Desahogado, me volví tranquilamente a mi tumba.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa

En comunidad

Entró al portal y advirtió gemidos entre los contadores. Al principio sonrió al imaginarse la escena, pero cuando escuchó su nombre entre jadeos, se indignó y encendió la luz. Allí estaba él disfrutando con la rubia del quinto.

—¡Maldita portera! —se dijo—. Sus chismes me van a arruinar la vida.
Escrito por Nicolás Jarque Alegre - Web

La pasión del fútbol

El fútbol era nuestra pasión y el motivo de nuestras discusiones. La eterna rivalidad Madrid-Barcelona. Aquel día nos dejamos llevar y murió. Lo metí en el maletero y lo enterré. Ahora disfruto el doble cuando el Barcelona gana en casa, mientras que él estará retorciéndose en su tumba azulgrana.
Escrito por Charo Anadón - Web

13

Viernes 13 del año 2013 a la hora 13:13, en el piso 13 y mirada fija en un gato negro, decide recapitular su decisión. Más supersticioso que suicida, decide no aventarse porque piensa puede salir vivo del lance. Y en ese momento sabe que la mala suerte también salva vidas.
Escrito por Saltimbanquin - Twitter

El gran cronopio

Una noche, mientras dormía boca arriba, soñé que era un axolotl y Glenda Jackson me alimentaba con doliente ternura. Fue mi primera revelación y, al despertar, supe que mi destino era fundar la secta. Queríamos tanto a Glenda que la desnudamos, le dimos pequeños mordiscos y bebimos de su sangre.
Escrito por Andrés Galindo - Web