El suicidio

Lo preparó todo con especial esmero. Papel y tinta, una estilográfica de plumín afilado, cortante como una hoja de afeitar. Todo reposaba sobre la mesa con una disposición de ritual. Cogió la pluma y la hundió en la noche del tintero. Cuando comenzó a escribir, empezó el suicidio del poeta.
Escrito por Irroca

2 comentarios :

  1. Mis felicitaciones, Irroca. Me ha gustado mucho la idea de utilizar la propia sangre como tinta y escribir con ella las postreras palabras, pero me da que el papel quedará un tanto emborronado.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Carles. A veces escribir es suicidarse. Agradezco enormemente tus palabras. Saludos.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!