La prueba

—¿Te casarás conmigo?

Ella, con aire distraído, dijo:

—Ahora no puedo.
—Pero...
—Tengo que arreglarme el cabello.

El pretendiente la miró extrañado:

—Eres una egoísta.

Ella asintió con la cabeza. Sacó un pequeño espejo, empezó a peinarse:

—Ya está. Ahora dime, ¿estás seguro de que me soportarás en las malas...?
Escrito por Ruperto

1 comentario :

  1. Con pruebas así, ¡cuántos divorcios no se ahorrarían! Me ha encantado. Suerte.
    Saludos.
    Fina

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