Una proposición indecente

Te observaba cada mañana subirte al metro. Recorriendo tus piernas interminables, soñando el sudor agrio de tu escote. Por fin te susurré, tan bajito que apenas un hilo de voz resbaló por tus hipnóticas orejas.

Y es que las cosas que nunca te dije empezaban a retumbar en mi cabeza.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros

No hay comentarios :

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!