Arrepentimiento
Escribió cien veces "Te quiero" y cien veces más "Te pido perdón". Escribió cien poemas de amor y esperanza. Escribió cien frases con otras tantas promesas: "No puedo vivir sin ti", "Vuelve mi amor", "Te adoro"...
Pero cuando iba a escribir "No lo haré más", se le acabó la tinta.
Pero cuando iba a escribir "No lo haré más", se le acabó la tinta.
Y ahora va a perder credibilidad por una tontería?
ResponderEliminarO es que era todo mentira?
jo, qué duda
Jejeje, esta técnica es lo mismo que prometer con los dedos cruzados, donde la promesa no tiene validez. Creo yo que si el protagonista hubiera querido pedir "clemencia" de verdad, hubiera escogido un bolígrafo con la carga de tinta intacta, o hubiese tenido a mano otro boli...pero creo yo que va a reincidir. Pero también es verdad que, la susodicha estará escarmentada, de ahí que haya sido necesario gastar tanta pluma. Ya se sabe "Si me engañas la primera vez es culpa tuya, pero si me engañas la segunda vez es culpa mía".
ResponderEliminarBuen relato Ezequiel.
Me ha gustado Ezequiel.
ResponderEliminarMuy bien enlazado la pérdida de tinta con la falta de credibilidad.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Pablo.
Así pasa con la vida.
ResponderEliminarTu "arrepentimiento" comienza igual que mis "letras rebeldes", con las que me estrené en esta página, y me ha encantado esa casualidad. Tanto como el desarrollo que le has dado a esos cien te quieros tan vacíos como todo lo que escribe tu personaje a continuación. Me temo que habrá que llenarle algo más que el tintero.
ResponderEliminarUn saludo, Ezequiel.
Pues yo le veo sinceridad al cien por cien en sus palabras. Ahora, eso sí, le faltó previsión, porque la frase más sincera, la última, la definitiva, la necesaria, no la pudo escribir. Y como se dice, por la boca se le fue la fuerza.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta". Y como no escribo con tinta, puedo dejarte escrito mi saludo más cordial.
Algún comportamiento grave era el que tenía para repetirse tan insistentemente, a modo de súplica de perdón. Deduzco que, coincidiendo con ese agotamiento de la tinta, también se terminó su paciencia y volvió a comenzar sus fechorías. La mía es una interpretación de violencia machista. ¿Voy bien?
ResponderEliminarSaludos, Ezequiel.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarQue se acabara la tinta no es sino el reflejo de lo vacío de sus intenciones a pesar de sus promesas. Por otra parte, quien dice cien veces perdón, es que ha cometido cien actos punibles.
Micro que esconde más que lo que cuenta.
ResponderEliminarMe ha encantado, cómo lo estructuras y ese final que resume una historia tormentosa.
Un me gusta muy merecido.
Cuando te quedas en las excusas, Ezequiel, y no te pones manos a las obra, al final siempre te quedas sin tinta. Me gusta tu micro.
ResponderEliminarGracias Rosy y Alma Rural, por leerlo y comentarlo
ResponderEliminar