Me sigue dejando sin palabras

Don Teodosio provocaba escalofríos a su paso. Todos huían su semblante hermético e inexpresivo. Pedrito argüía que era un zombi. Yo sabía que no. Aquella mañana, cuando mi madre lo saludó, vi, de reojo, cómo se inflaban sus mejillas y sonreía. Claro que, siendo ella, eso no era nada extraordinario.
Escrito por Gabriel Pérez Martínez

1 comentario :

  1. Si es que lo que no consiga una mujer... sobre todo si se trata de una mujer extraordinaria (como parece ser el caso) y quedan cenizas ;) Me ha gustado la historia, Gabriel.
    Un saludo.

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