Descubrimiento
Se adelantó cinco minutos a su cita diaria con el espejo del baño y, mientras se cepillaba los dientes, advirtió el tatuaje que lucía su reflejo. Nada le dijo, pero al salir del trabajo, acudió a una tienda de muebles en busca de un espejo nuevo, menos trasnochador, más formal.
GENIAL, Jarque!!! ... Así, nuestro reflejo siempre será el que queramos!! jejeje
ResponderEliminarEnhorabuena!! Un saludo!
Relatazo, Nicolás. Ójala todo fuera tan fácil como cambiar de espejo. Ehnhorabuena.
ResponderEliminarMala cosa cuando no nos gusta lo que vemos o lo que oímos y queda solucionado tapando ojos u oídos.
ResponderEliminarNicolás, es uno de esos relatos que destilan la esencia de lo humano, que describe con eficacia cómo funcionamos sin pararnos demasiado a pensar qué somos, cómo somos.
Un saludo
Excelente, Nicolás. Hay que controlar al del otro lado del espejo, si no cualquiera sabe en qué podemos acabar.
ResponderEliminarAbrazo.
Una genialidad muy imaginativa. Personalmente me ha encantado ese cambio de imágenes especulares.
ResponderEliminarMe llama la atención el adelanto de la cita en esos cinco minutos. Quizá el espejo no tuvo tiempo de quitar ese tatuaje a tiempo.
En resumen: gran micro.
Un abrazo.
Pablo
Aquí estáis de nuevo, Nicolás, tú y tu estilo peculiar. Inseparables, indisolubles. Como lo son tus historias frescas y cotidianas y sus finales sorprendentes y sencillamente rebuscados que tienen vida propia al otro lado del espejo. Cualquier día se te rebelan y tendrás que tatuártelas en el pecho.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Un hombre dividido en dos, que para que prevalezca su parte formal, precisa que la otra, más gamberra, quede del otro lado del espejo. Siempre tendrá la opción de cambiarse de lugar.
ResponderEliminarOtro ejemplo de genialidad cotidiana y de esa originalidad tan tuya.
Un abrazo, Nicolás
Original y genial. Siempre he pensado que tu reflejo en el espejo tiene vida propia, que en su mundo al otro lado, hace lo que en realidad desea sin necesidad de repetir tus monótonos e insulsos movimientos. Ese tatuaje significa su modo de revelarse, de ser el mismo.
ResponderEliminarOtro 50 estupendo con tu marca personal que tanto me gusta y disfruto al leerlo.
Un beso Nicolás.
¡Gran historia, Nicolás! Además, con toque ciertamente original y con un poso de cierta amargura por ese enfrentamiento entre realidad y ficción, entre imagen real e imagen reflejada.
ResponderEliminarVa mi "Me gusta" y mi reconocimiento por tan buen relato.
Saludos.
Por un tatuaje de ná!!! Y rompe relaciones?
ResponderEliminarVaya tío aburrido.
Felicidades
Estoy por ponerme el despertador unos minutos antes a ver qué encuentro mañana ;) ¡Genial! Me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo.
Si lo encuentra, dímelo, que yo ando buscando otro espejo de esos... Muy bien. Me gusta!
ResponderEliminarMi querido amigo invisible, editor y maestro, qué juego dan los espejos, y qué poca gente sabe jugar con ellos como lo haces tú.
ResponderEliminarEstupendo, Nicolás.
Un abrazo
Es lo que tiene variar el guion marcado, puedes toparte con algo que no esperabas. Menos mal que siempre podemos librarnos de quien nos muestra quiénes somos, sobre todo si se trata de un espejo. Sí, lo sé, se me ha ido la olla, jajaja. Pese a mi “peculiar” interpretación, tu micro me parece soberbio. Un saludo, Nicolás.
ResponderEliminarMuy bueno, Nicolás, además de sugerente: llevó un tiempo pensando en cambiar mi foto de perfil, que ya tiene unos años, y creó que la voy a dejar unos pocos más.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Enrique.
Oye, que si lo vas a cambiar, que me pases ese espejo, que yo sí que lo quiero. Jugaré a ser yo la que le sorprenda cada mañana. ¡Qué diver y qué relato más bueno!
ResponderEliminarAbracicos.
El poder hipnótico de los espejos... familiar y cotidiano pero extraño... qué misterio está tras el espejo?
ResponderEliminarMagnífico relato Nico.
Un abrazo