Instintos
El violador salió del hospital a despejarse un poco. La espera era insoportable.
Caminó y de nuevo sintió aquella pulsión irrefrenable al ver a una mujer sola por la calle. La siguió hasta el portal pero algo lo frenó en el último momento, un sms: "Enhorabuena, es una niña preciosa".
Caminó y de nuevo sintió aquella pulsión irrefrenable al ver a una mujer sola por la calle. La siguió hasta el portal pero algo lo frenó en el último momento, un sms: "Enhorabuena, es una niña preciosa".
A veces Mr. Hyde se impone con especial virulencia. Pero un violador no lo es a tiempo total, también tiene una vida (aunque parte de ella la dedique a destrozar la de otros) y eso queda retratado en tu narración, Miguel. Como muestra, la palabra con la que empiezas (violador) y con la que terminas (preciosa).
ResponderEliminarSin pretender justificar lo injustificable, el protagonista de la obra de Stevenson era esclavo de un brebaje, en la vida real muchos son esclavos de sus hormonas, entre ellos tu protagonista.
Un saludo
Esperemos que el protagonista de este impactante relato reflexione sobre la expresión “ojo por ojo…” y esa reciente paternidad obre un milagro.
ResponderEliminarSaludos, Miguel.
Un micro impactante. Ya la palabra “violador” nada más comenzar a leer te pone en alerta pero lo que verdaderamente impresiona es el desenlace. Felicidades, Miguel. Un saludo.
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