Deformación plástica de un caminante

El camino manda. Lo que andando te encuentras es hoy tan tuyo como era hace mil años. Mucho antes de que naciese el caminante comenzó a vibrar imperceptiblemente la gran masa de piedra que, derrochando equilibrio, en aquella justa curva, caerá ladera abajo buscando la blandura apetecible de mi cuerpo.
Escrito por Antonio Rodríguez Gallego
(Anónimo hasta febrero)

17 comentarios :

  1. Estupenda exposición de lo relativo de nuestra existencia, de la nimia pieza que somos en un inmenso puzzle que se expande más allá de nuestro tiempo y espacio. Una excelente fábula del azar. Una lúcida reflexión sobre el destino. Y todo ello contado con maestría en una historia que parece extraída de un pergamino ancestral.

    Un grandísimo relato de una calidad abrumadora.

    ¡¡¡Enhorabuena!!!

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  2. Excelente reflexión de nuestra existencia.

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  3. Anónimo cincuentista: he leído tu relato y me ha sobrecogido su filosófica moraleja sobre la necedad de intentar escapar del mandato del destino. Me ha parecido sublime.
    Pero... tú tienes la culpa. Al volver a leerlo y reparar en el título, ¡me he acordado del Coyote y el Correcaminos! Y me he enfadado conmigo, contigo, con la maldita piedra y con el caminante.

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  4. No sabemos en que momento del caminar de nuestra vida surgen los problemas, las adversidades, es el destino incierto el que rige nuestras vidas.
    Buen relato, muy reflexivo.
    Saludos.

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  5. Lo inevitable, o en otras palabras, cuando te toca aunque te muevas y cuando no, aunque te pongas.

    Felicidades

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  6. Ya dicen que desde que nacemos nuestro destino está escrito.
    Este relato nos lleva a la reflexión y nos hace ver lo insignificantes que somos ante ello.
    Buena reflexión. Un abrazo.

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  7. Coincido con Antonio, este relato ostenta un gran minimalismo y sabiduría, al tipo de los cuentos chinos, de los haikus japoneses. Precioso.
    Saludos.

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  8. Lo inevitable fue, es y será. Me gusta esta reflexión de la vida, buen relato.
    Saludos.

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  9. Excelente micro. Exquisitamente escrito en forma y fondo. Enhorabuena. Un saludo.

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  10. El destino, a veces tan cruel que provoca desatinos como este.
    Muy bien contado.
    Pablo.

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  11. Anónimo7/1/16, 8:39

    Una demostración de que por mucho que nos creamos los hombres no somos más que una parte ínfima del universo.
    Muy buen relato. Un saludo afectuoso de Gloria Arcos

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  12. Salvo el que programa su propio final, en otras palabras, un suicida, nadie conoce de qué forma ni en qué momento va a pasar al otro lado, sólo sabe que ocurrirá. Posiblemente sea mejor así. Incluso para las personas (entre las que me cuento) que tratamos de ser ordenados y de programarnos para aprovechar mejor el tiempo, creo que no sería positivo saber la fecha y la hora de nuestro fin terrestre, quizá si a efectos prácticos, por dejar atados los detalles legales y otros, pero el conocimiento esa cuenta atrás añadiría ansiedad a nuestras vidas, que ya van sobradas de ella.
    Saludos

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  13. Así es, somos una mota de polvo dentro del universo. Yo soy de las personas que piensan que nuestro destino está marcado y tú no lo has podido contar mejor.
    Me ha encantado, un beso.
    Malu.

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  14. Siento discrepar con la mayoría, pero no creo en la predestinación, más que nada porque la veo innecesaria; pero sí en nuestro libre albedrío para escoger una hora y un camino determinados, y en ese azar, benefactor a veces, y fatídico otras, como en el caso que tan magníficamente nos relatas.
    Enhorabuena y saludos.

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  15. Esa piedra en esa curva... Y si el caminante recibe una llamada imprevista y tiene que cambiar su recorrido, ¿pasará otra persona por esa curva?
    El destino, ¿lo podemos cambiar?
    Saludos

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  16. "Cuidado, cuidado! La piedra que echó a rodar colina abajo te aplastará si no desvías tu rumbo". La frase es de James Joyce. Abrazos.

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