Un ángel
En el hospital donde le ingresaron, descubrí con recelo dos pequeños bultos en la espalda de mi padre. Crecían causándole fatiga, hasta que un día se desplegaron y pudo volar, por fin, liviano.
Desde entonces, siento querencia por las torres, los tejados, y por los campanarios de todas las iglesias.
Desde entonces, siento querencia por las torres, los tejados, y por los campanarios de todas las iglesias.
Con cuanta ternura expones tú relato Paloma. Yo que perdí a mis padres hace mucho tiempo todavía siento el vivo recuerdo dentro de mi corazón. Ellos también tuvieron alas para volar, como también las tendremos un día nosotros.Pero hay que esperar a que el tiempo las vaya fraguando, vivir, hasta ese día, en que como un hermoso pájaro blanco, atravesemos la ruta de la vida hacia la muerte. Me ha gustado mucho. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Sí, es una de las experiencias trágicas de la vida que yo he querido describir con algo de magia.
EliminarPaloma de que manera tan dulce y mágica nos cuentas ese marchar de una persona tan querida como una padre, me encanta ese volar liviano, ojalá todos podamos partir así.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Paloma.
Besos.
Muchas gracias, Javier
EliminarMuchas gracias, Paloma, por la metáfora. Gracias por compartir esta ternura, tú también tan alada 😉
ResponderEliminarPadres y madres, ángeles, héroes y heroínas que parecen no tener edad, que lo dieron todo hasta que el cuerpo dejó de responderles; que inevitablemente, por ley de vida, han de dejarnos en tierra; a quienes imaginamos en el mejor de los destinos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Paloma
Con cuanta dulzura nos cuentas esa perdida tan triste. Tienes magia en lo que escribes.
ResponderEliminarUn 50 con alas...
Un beso preciosa Paloma.
Me gustó, Paloma. Y con tu nombre, tal vez vas bien de alas y de vuelos.
ResponderEliminarUn beso
Un micro precioso, Paloma. Ojalá estos ángeles pudieran permanecer con nosotros, en el plano material, mucho más tiempo. No obstante, su compañía es eterna para el espíritu.
ResponderEliminarSaludos.
Tu relato deja clara la superación de un drama.
ResponderEliminarEstá muy bien construido pues expresa un sentimiento sin demasiados adornos y con buena sintaxis.
Un saludo.
Paloma, he visto crecer esa alas y también como al fin emprendió el vuelo.
ResponderEliminarPreciosa despedida para tu padre!
Enhorabuena!
Besos
Parece que cuando salen volando es cuando nos damos cuenta de que teníamos un ángel al lado. Precioso, Paloma.
ResponderEliminarSuerte.
A veces, hasta el viento es un aleteo de la presencia eterna de quienes nos han dejado. Como lo es el cariño que exhala este relato.
ResponderEliminarEmotivo y muy buen contado, Paloma. Enhorabuena.
Un abrazo
Muy emotivo, Paloma. Creo que lo único bueno que nos queda después de perder a un ser querido es saber que contamos con su presencia con forma de ángele.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Apéndice que va creciendo en el interior a base de amor, empatía y ejemplaridad. Precioso relato, Paloma. Un abrazo.
ResponderEliminarEl hospital y el "descubrimiento con recelo" no auguran nada bueno... Cuando por fin vuela liviano, notamos todos esa ligereza propia de los ángeles.
ResponderEliminarUn beso.
Y ahí están, Paloma, elevados siempre. Exquisito micro. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarMuy enternecedor tu relato.
ResponderEliminarUn saludo
¡Que bien sabes escarbar en nuestra sensibilidad!
ResponderEliminarBuen relato, Paloma
Tierno, lleno de sensibilidad. Un beso.
ResponderEliminarHermosa y conmovedora manera de decir adiós. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Me encanta!
ResponderEliminarSaludos, Paloma
Conmueve la lectura poética que haces del drama y del amor filial. Grande tu relato, Paloma.
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