Tu lado de la cama
Hoy he dormido en tu lado de la cama, ese que lleva vacío tanto tiempo. Ese que lleva esperándote una eternidad, pero que aún guarda tu calor y olor.
No sé por qué lo he hecho, si para sentirte más cerca o para decirte, sin palabras, que nada va bien.
No sé por qué lo he hecho, si para sentirte más cerca o para decirte, sin palabras, que nada va bien.
Cuando buscamos acomodo en la parte vacía de nuestro ser es que algo, es que nada va bien.
ResponderEliminarMª José, con la sencillez de los sentimientos auténticos, has plasmado una situación de ausencia de una manera dulce, sentida y preciosa.
Saludos.
Las ausencias inesperadas a veces son difíciles de sobrellevar. Gracias por tu comentario y por leerme. Un abrazo.
EliminarQué bonito y emotivo... Una ausencia sentida y vivida en tan sólo 50 palabras
ResponderEliminarA veces no es necesario escribir mucho, para expresar todo lo que sentimos. Gracias por leerme. Un abrazo.
EliminarMaría José, desprende sentimientos de ausencia, de melancolía, de recuerdos, de añoranza. Cuanto se echa de menos a esas personas que han significado tanto, esas ausencias cuesta mucho de olvidar.
ResponderEliminarUn relato escrito de forma excelente.
Un saludo, María José.
Gracias Javier, viniendo de ti, tanto elogio, me haces sentir muy afortunada. Gracias por tus comentarios y tus lecturas.
EliminarPrecioso, Maria José. Es cierto que los objetos guardan durante mucho tiempo el olor de los seres queridos que ya no están. Sentirlos de nuevo a través de estos objetos da una sensación de paz indescriptible.
ResponderEliminarUn abrazo.
A veces es lo único que nos queda y nos aferramos a ellos con el deseo de que permanezcan siempre. Gracias por leerme y por tu comentario. Un abrazo.
Eliminar¡Ay... qué triste, qué bonito, qué dura es la vida a veces! Tengo un relato más o menos en esta casa hablando de lo mismo.
ResponderEliminarEnhorabuena Mª José, es muy bueno.
Malu.
A veces el recuerdo es lo único que nos queda. Muchas gracias por tu comentario y por leerme.
EliminarHay gestos, sin necesidad de palabras, que lo dicen todo, como hay vacíos que sólo un cuerpo concreto podría llenar. Aferrarse a los últimos vestigios físicos de quien se ha marchado quizá ayude a sobrellevar mejor esa ausencia no deseada, como bien reflejas en tu relato.
ResponderEliminarUn saludo, María José
Los recuerdos tan buenos unos veces y tan crueles otras. Un abrazo
EliminarJamás se llena el vacío que nos dejan...me recuerda tanto cuando me sentaba en el sillón de mi padre. Pienso que es de las peores cosas que uno en vida puede sentir. Encantador aunque triste pero me ha gustado mucho. Saludos María José (hermoso tu apeellido por cierto)
ResponderEliminarHay vacíos que nunca vuelven a llenarse. Un abrazo.
EliminarCuando en amor se va pasan estas cosas.
ResponderEliminarMe gustó tu micro, María José.
Un saludo.
Gracias Alma, me alegro que te gustara. Un abrazo
EliminarEl vacío que deja alguien muy querido, tan difícil de llenar, se encuentra aquí al otro lado de la cama. Demasiado cerca como para que no duela.
ResponderEliminarUn micro bello y triste, María José. Un beso.
Sí duele Carmen, pero al menos queda ese lado de la cama. Gracias por leerme y por comentar, un abrazo enorme.
ResponderEliminarEl vacío de algo querido...duele mucho.
ResponderEliminarSí duele, hay vacíos que nunca pueden volver a ser llenados. Un abrazo.
EliminarM. José, cuanto duele ese lado vacío de la cama cuando se ama... Me ha parecido un relato precioso, tanto por lo que dices como por lo que se intuye.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Besos.
Muchísimas gracias Pilar por tu comentario y por leerme. Un abrazo enorme.
EliminarSensaciones contradictorias me genera tu cincuenta, María José. Por un lado, la de percibir cierta tristeza amarga, porque rezuma mucha pena esa ausencia que ya se ha hecho demasiado larga y que nos cuentas perfectamente. Por otro, que esa misma tristeza, con tus palabras, sea algo tan precioso (¿lo puede ser?), ya que nos describes un amor que aún permanece presente sin estarlo y del que se echa en falta el diálogo, tan necesario como el contacto piel a piel.
ResponderEliminarMe parece una historia magníficamente expresada y que además podríamos calificar de «unisex», en esa única acepción que nos ofrece el diccionario de «lo que es adecuado o está destinado tanto para los hombres como para las mujeres», una historia de la que desconocemos si quien narra es ella o él, lo que le da al relato una dimensión polivalente.
Enhorabuena, de verdad, María José por tu propuesta cincuentista. Estaría en el grupo de las que llegan y calan hondo. Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por tu comentario y tu gran análisis de este pequeño relato. Cuando algo se escribe con el corazón es fácil llegar al alma. Gracias por leerme y por tu comentario una vez más. Me anima a seguir escribiendo. Un abrazo.
EliminarEl 18 de abril hay unos relatos muy muy emotivos, y con un nivel muy bueno.
ResponderEliminarUn saludo Maria José.
Gracias Raquel por leerme y por tu comentario. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarBonito y emotivo relato, muy bellamente contado.
ResponderEliminarSaludos!!!
Gracias por leerme y comentarme. Un abrazo.
EliminarImposible decir más con menos palabras: la soledad después de la pérdida de un ser querido. Enhorabuena por el micro, Mª José.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Plácido, a veces no son necesarias muchas palabras para describir un sentimiento. Un abrazo.
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