Una tarde cualquiera, al ponerse el sol
Ven, túmbate aquí, bajo este olivo, a mi lado, disfrutemos de este apacible atardecer. No hables, no digas nada, cierra los ojos, déjate llevar por tus pensamientos, sueños o recuerdos no buscados. Vive este minuto, descansa, respira profundamente, déjate llevar por el rumor de la brisa y olvídate de mí.
Una forma elegante de marcharse, exenta de actitudes dramáticas que sólo añadirían más dureza a una situación ya de por si difícil. Frases cortas, que invitan a la serenidad mientras conducen también, sin darnos cuenta, a un final que no imaginamos, hasta esas tres últimas palabras. Un suceso relevante que sucede, sin que nadie pudiera sospecharlo, en "una tarde cualquiera".
ResponderEliminarUn saludo, Crispín.
Un
Gracias Ángel. Hasta lo más dramático se puede endulzar con la palabra.
EliminarUna manera muy elegante y sutil de dejar a una persona, así para que no sufra y le pille relajada.
ResponderEliminarUn relato que al leerlo nos arrastra a querer saber que ocurre al final.
Buen relato, Crispín.
Un abrazo.
Nos arrastra al final o al principio. No me he querido plantear que pasará el día o el minuto después. Queda abierto a la imaginación, pero hace que el eje de la historia, el fin el comienzo de la historia, sea ese momento.
EliminarNos invitas a ser un momento tiempo presente, a sentir el instante, y por eso, hemos de olvidarnos hasta de quien nos invita a disfrutar de este atardecer que ya comienza.
ResponderEliminarMuy relajante. Saludos, Crispin.
Así es Manuel. Vivir el momento con absoluta intensidad, sin saber el porqué ni hacia donde nos lleva.
EliminarRelajante, muy relajante.
ResponderEliminarGracias Maite. La escena dulcifica el hecho.
EliminarGozar del instante, respirar y contemplar cómo fluye el pensamiento... Es una buena propuesta, algo que deberíamos hacer cada día.
ResponderEliminarUna duda: ¿es una dulce despedida?
Buen micro, Crispín. Un abrazo.
Es una despedida, Carmen, no sé si dulce o no. Al leerlo algunos cargaremos las tintas en la bondad de las primeras líneas y otros en la crudeza del adiós.
EliminarJusto ahora se está empezando a poner el sol un poco mientras te leo desde mi pequeño chill out de casa, con vistas al león dormido* (*una montaña), y he respirado muy profundo en esta tarde... cualquiera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre, durante todas las "tardes cualquiera" pasa algo. Tenemos que estar atentos para que no se nos escape.
EliminarBuen título, Crispín, para un relato que invita a la relajación, a la contemplación y al abandono de todo lo que en ese preciso momento te rodea. En el caso de tu protagonista, creo e intuyo que o bien deja a otra persona, momentáneamente el/la acompañante, o bien quien se va es el/la persona que narra.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu propuesta y mucha suerte.
Un abrazo.
Gracias José Antonio. Como he comentado lo escrito es un hecho (real o ficticio), la interpretación es de cada uno.
EliminarAsí va a ser imposible que se olvide de esa persona. El entorno es espectacular, pero el mensaje...
ResponderEliminarMuy bueno, Crispín.
Un beso.
Malu.
Si entre la zozobra queda un buen recuerdo, mejor.
EliminarGracias por tu comentario.
Un inesperado final. Como diría Carlos Rodríguez Braun, buenísimo. Saludos, Crispín
ResponderEliminarGracias, Plácido. Inesperado para el lector, no sé hasta que punto para los actores.
EliminarUn abrazo.
Bello, sugestivo... y sorprendente.
ResponderEliminarUn abrazo, Crispín.
Gracias Enrique, a veces la belleza es una gran sorpresa (i viceversa.
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