Caperucita, la del cuento

Después de comerse a Caperucita, el lobo supo que era la mujer de su vida. La acogió en su regazo ignorando que no volvería a despertar. Para ella, era la oportunidad perfecta para robar la fortuna del lobo. Al final del cuento, ella y el cazador vivieron felices por siempre.
  • Escrito por Diani

9 comentarios :

  1. Otras Caperucitas son posibles, parece decirnos tu micro. Solo es necesario cambiar contexto, intereses y circunstancias, y lo que era, deja de ser y, como en tu relato, cobra un sentido nuevo. Reinventarse o morir. Saludos, Diani.

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    1. Tienes razòn, el contexto y las circunstancias son las que dan sentido a cualquier historia. Cuando el contexto se torna distinto el sentido cambia, y la perspectiva nos hace pensar en que los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos.
      Es enriquecedor preguntarse y darle un nuevo sentido a nuestra propia historia.
      Saludos Manuel

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  2. A ver, el cuento comienza indicando que el lobo efectivamente se comió a la caperucita, pero luego ¿"la acoge en su regazo"? ¿la regurgitó entera y viva? Aparte de eso, suponiendo que el habersela comido no la mató, pues lo demás está excelente, que en los infinitos universos paralelos cualquier cosa es posible :)
    Y ésta tu Caperucita 2.0 o recargada me parece genial.

    Saludos Diani.

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    1. Muchas gracias Alejandro, aunque me temo que este relato no es muy inocente. En mi país hay una expresión popular, que usan principlamente los jòvenes, en la que "comerse a alguien" tiene una connotaciòn sexual, y me he valido de esa metáfora en el cuento, así que la lectura seguramente serà otra.
      Saludos Alejandro.

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  3. Me pasa un poco como a Alejandro... Pensaba que el lobo había finiquitado a Caperucita. Me he perdido, al igual que ella se perdió en el bosque. Espero no haya lobo suelto por ahí.
    Versión ultramoderna del cuento, con ingredientes que lo hacen idóneo para discutir en Cuarto Milenio, je, je. Me ha gustado, Diani. Estupenda entrega. Un abrazo.

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    1. Esperemos que ese lobo haya sido terminado, en todo caso, si no es así, podrías tener beneficios al encontràrtelo, pues no es tan malo como nos han hecho creer.
      Gracias por tu comentario María José, un abrazo.

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  4. A veces olvidamos que en la historia de Caperucita la mala es ella, no el lobo, que se limita a hacer lo que hacen los lobos; es Caperucita la que no hace lo que hacen las niñas normales. Así que, Diani, no puedo estar de acuerdo con tu final: si Caperucita sobrevive, la moraleja se estropea.
    Por lo demás, un buen micro. Saludos

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    1. Creo es probable que Caperucita se disfrace de niña sin serlo, con gran capacidad para seducir y muy astuta. Sin duda alguna, como muchas mujeres.
      Quizá caperucita es una cazafortunas que se quedó a vivir con el leñador en su "felices por siempre" para luego deshacerse de él de alguna manera, porque no sabe vivir de otra forma.
      Me gustado tu comentario.
      Saludos Plàcido

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  5. Esta Caperucita, la del cuento, parece que tenía muy bien estudiado su papel, y tu historia me recuerda un poco la canción aquella de Paco Ibáñez: “Érase una vez un lobito bueno, al que maltrataban todos los corderos.”.
    Lo cual, tanto en tu versión de Caperucita como en la canción de Paco Ibáñez, viene a decir aquello tan repetido de las apariencias engañan, y que nada es solamente blanco o negro, sino que hay muchos matices en la vida y en las historias que se nutren de ellas.
    Y lo que vale para un simple cuento infantil vale también para todo lo que creemos saber, para todo lo que nos han contado, ser ecuánimes exige mucha inteligencia y mucha voluntad, y lo más fácil es deslizarse por el sectarismo y los prejuicios.
    El cuento de Caperucita visto desde otros ángulos es mucho más siniestro de lo que puede parecer, tú mismo has apuntado algunas de sus posibilidades en tus comentarios, aparte de la versión que das en tu microcuento.
    Lo que pongo un poco en duda es que ella y el cazador vivan felices para siempre, me temo que esa unión va a ser problemática, pero esa es otra historia que queda abierta para quien quiera escribirla.
    Un abrazo, Diani.

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