Consecuencias

El ratoncito Pérez ya no visita a los niños. Parece que al fin encontró un diente que encajaba en el hueco dejado por el que se le rompió.

Ahora los chicos están tristes. En la periferia, un grupo de preadolescentes organiza batidas para encontrarlo y saltarle un par de muelas.
Escrito por M. Carme Marí - Web

23 comentarios :

  1. Qué mal está todo, Carme. A veces pienso que estamos viviendo una segunda edad media. no me sorprende que al ratoncito Pérez también lo movieran sus propios intereses, como tampoco que esos chicos de la periferia, habitualmente desatendidos, canalicen la rabia de ver a sus hermanitos tristes en modo de venganza.
    Muy bueno. Cuánto dices con solo unas breves frases.
    Enhorabuena y un abrazo.

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    1. Enrique, qué buen comentario me dejas. Siempre pienso que los comentarios son una riqueza enorme de esta página, pues a veces van más allá de lo que el autor ha pensado. Además eres buena persona apuntando que a los chicos les mueve que sus hermanos estén tristes... ;-)
      Pero sí que es cierto que da tristeza pensar en el Ratoncito Pérez como alguien egoísta, movido por intereses. No sé a raíz de qué me vino esa idea, pero prefiero creer que no es así y que sigue mereciendo estar en el reino de las hadas y los duendes.
      Un beso.
      Carme.

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  2. Asistimos al fin de la inocencia. Los mitos felices de la infancia son comercializados por el sistema y acaban respondiendo a espurios intereses económicos. Desposeída, la infancia esgrime su infelicidad a través de la violencia. Un mundo sin pies ni cabeza, volteado del revés.
    Un relato que nos acerca a la más prosaica realidad. Saludos, M. Carme

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    1. Más que por infelicidad, la idea es que se mueven por intereses propios también...
      Si el tal Pérez pasa por debajo de la almohada sólo para buscar por sus necesidades (dejando su regalito a cambio, eso sí), hay unos muchachos ("cuidao con ellos") que le saltarán dos muelas para que siga buscando bajo sus almohadas.
      Cómo está el patio!
      Un abrazo.

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  3. ¿Has leído el relato de Enrique Caño? Habéis coincidido sobre el mismo universo, pero en polos opuestos. Él mantiene la llama encendida y tú, una vez apagada, mandas a un grupo de héroes a encontrar la vela para encenderla de nuevo. ¿Metáfora de la vida? Puede que sí. Vamos a cruzar los dedos para que esos chicos consigan encontrar la fuente de la magia, aunque tengan que saltarle los dientes a un ratón.
    Un abrazo, Carme, y buen verano.

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    1. Sí, vi el relato y pensé en la coincidencia del tema. (Qué bonita la inocencia y el buen hacer del profesor de Enrique Caño)

      Bueno, la verdad es que me parece muy bien que veáis a los preadolescentes como héroes que quieren volver a encender la llama, pero en ese caso deberían saltarle otros dientes más que muelas ;-)
      Un beso Patricia. Y un buen verano también para ti.

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  4. Carme, se acabó la fantasía, hasta el ratoncito Pérez ha dejado de ilusionar a los niños, y como bien titulas ello provoca consecuencias. Por el bien del ratoncito espero que no lo encuentren.
    Buena historia, bien contada, Carmen.
    Besos.

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    1. Bueno, los pequeños ahora estarán desilusionados, porque ya no les visita el ratoncito. Los preadolescentes ya han visto de qué palo iba el tal Pérez.
      Le faltaba un diente, como consecuencia buscaba en las almohadas (dejando regalito). Lo encontró, como consecuencia ya no buscará más. Como consecuencia los niños estarán tristes. Al saber toda la historia, la consecuencia ha sido que los preadolescentes problemáticos van a saltarle muelas a ver si les deja algo cuando se les caigan las suyas.
      La vida está llena de consecuencias...
      Un beso.

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  5. Dos micros este mes sobre el archiconocido ratón Pérez; diferentes perspectivas. Curioso. A mí me hace rememorar etapas inocentes, en las que la mayor preocupación era portarte bien para ganarte el derecho a unas chuches. Muy lindo, Carmen. Un beso.

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    1. Sí, portarse bien suele tener recompensa!
      Celebro que te guste, M.José.
      Un beso.

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  6. De entrada, qué desilusión saber que al ratoncito Pérez sólo le movía el interés, que ese trabajo que hacía de dejar regalos bajo las almohadas de los niños que habían perdido un diente se debía a que, como el príncipe del cuento de la Cenicienta, también buscaba algo, es su caso una pieza dental que le encajase en el hueco que le quedó tras rompérsele a él el suyo.
    Eso, como ha apuntado con su habitual perspicacia Manuel, puede simbolizar el fin de las ilusiones de la infancia, el primer paso que hemos de dar hacia el mundo de los adultos en el que no suele haber ratoncitos Pérez, ni Reyes Magos, ni hadas, aunque sí ogros y otros elementos más siniestros.
    La segunda parte del simbolismo de tu microcuento, se refiere a esos preadolescentes que están frustrados al haber descubierto el engaño y su reacción ante ello son los deseos de venganza y la violencia, algo muy habitual en toda las épocas, y no sé si aún más en esta, dado que ese ratoncito Pérez era mucho más generoso que los de antaño y los resentimientos al verse burlados pueden ser mayores.
    Sea como fuere, en esas cincuenta palabras hablas de la vida en sus inicios, de sus sueños, de sus dificultades, de las primeras decepciones, de la terrible arma de la violencia que con tanta prodigalidad hemos usado los humanos a lo largo de la historia.
    Enhorabuena por todo ello y un abrazo, Carme.

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    1. Gracias Enrique por tu elaborado comentario.
      Ciertamente es triste saber del interés que movía al ratoncito (espero como autora estar equivocada).
      También tienes razón al decir que en el mundo en que vivimos sí que hay ogros y otros "malos de los cuentos".
      Y los frustrados pueden actuar por venganza, pero también aplicarse el cuento del interés: generar una nueva necesidad en Pérez para conseguir ellos obsequios... Parece que en la periferia aprenden pronto a buscarse la vida cruzando el borde de lo aceptado.
      Un beso Enrique.

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  7. Un micro genial, Carmen. Pobre Pérez. Aunque, bien mirado, ahora también los niños podrán seguir dejando sus dientes.
    Saludos

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    1. Pobre Pérez, pero nos había enredado a todos...
      Si le saltan muelas, los pequeños dejarán los dientes pero al despertar seguirán allí :-/
      Celebro que te guste Plácido.
      Un abrazo.

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  8. M. Carme, que estupendo relato, esta genial, una historia que da para un cuento infantil ilustrado. Imágenes muy potentes y que harían la delicia de los niños, me ha encantado!
    Un abrazo y un beso.

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    1. Bueno, no sé yo si se lo explicaría a los niños. Igual les incitamos a la violencia, vete a saber, a irle saltando dientes a otros a ver si les dan algo por los suyos.
      Me alegra que te guste.
      Un beso.

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    2. Pero esa parte la cambiamos, por preadolescentes buscando al ratoncito... Bueno es solo una idea... jejeje.
      Saludos!!!

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  9. No sé si recriminar a esos preadolescentes su actitud violenta o agradecerles que vuelvan a darle sentido al trabajo del pequeño roedor.
    Es una delicia de micro, Carme.
    Un beso.

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    1. Bueno, dejando a un lado la decepción que nos produce esta historia de Pérez, quizá se podría llegar a un acuerdo con él sin necesidad de saltarle las muelas, ... no sé.
      Qué bien si te ha gustado :-)
      Besos.
      Carme.

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  10. Estamos en una época en la que los personajes de los cuentos y las leyendas se desmitifican, resulta difícil creer en nada, lo de los Reyes Magos cada vez tiene menos recorrido, por ejemplo. No solo descubrimos que el famoso ratón eran un aprovechado con una fama inmerecida, también que los que dejan de ser niños olvidan pronto su inocencia para reemplazarla por la violencia.
    Un micro muy interesante que siento comentar a destiempo, pero supongo que más vale tarde que nunca.
    Un abrazo grande, Carme

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    1. Muchas gracias, Ángel, por tus palabras. Los comentarios nunca son a destiempo, siempre se agradecen. Y lo digo cuando llevo unos meses casi desaparecida de los comentarios de los relatos (espero que me disculpéis). Espero poco a poco ir ganando algo de tiempo para ello.
      Un abrazo y un beso ya vacacional.

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