El dinosaurio y el roedor

El imponente dinosaurio amenazó al diminuto roedor:

—Te lo advierto, insignificante renacuajo, ¡ni se te ocurra volver a molestarme mientras duermo o te aplastaré de un pisotón!

—Te aseguro, grandullón, que soy el menor de tus problemas —le respondió el roedor al mirar al cielo y ver llegar el meteorito.
Escrito por Luis Goróstegui - Twitter

26 comentarios :

  1. Nos da tu micro una lección de que el tamaño, mayor o menor, es cuestión de perspectiva. Me parece genial la que se le viene encima al matón. Un relato fresco y con chispa, que arranca la sonrisa. Saludos, Luis.

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    1. Muchas gracias, Manuel. A veces nos creamos problemas fijándonos en detalles sin importancia, sin darnos cuenta del verdadero problema. Gracias por tu valoración y me alegro que te guste mi micro. Un saludo.

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  2. Me encanta. Siempre vendrá algo que hará diminuto cada problema. Espero que nunca nos lleguen meteoritos y nos molesten más los pequeños roedores, con esos podemos luchar. Un abrazo grande.

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    1. Muchas gracias, Carmen. Sí, es cierto, todos nuestros problemas nos parecen grandes, y no nos damos cuenta de la suerte que tenemos pues siempre podrían ser peores. Me alegra que te guste mi micro. Un abrazo, y feliz verano.

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  3. jaja... mira que sabio el ratoncito, anticipar la extinción colosal que viene con un meteorito... bien decía "La guía del viajero intergaláctico" que los ratones son seres pandimensionales de inteligencia superior... que chispa y que genialidad para armar este relato casi en forma de fábula, con moraleja y todo... ¡enhorabuena!

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    1. Muchas gracias, Alejandro. Y es que la fuerza no está en la apariencia exterior, sino en nuestra mente y en cómo la usamos para hacer frente a los problemas de la vida. Saludos.

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  4. Esto... ¿qué fue del ratoncito? No me atrevo a abrir los ojos, ni sabiendo quién fue el que se extinguió. Aunque tengo el presentimiento de que, cuando despertemos, el dinasaurio seguirá ahí.
    Un micro de tu inconfundible estilo, que siempre deja una sonrisa inmensa.
    Abracicos calurosos.

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    1. Muchas gracias, Patricia. El ratoncito se salvó, claro, jeje... El dinosaurio..., cosas de la ley natural, dejó paso a otros animalillos, listillos ellos, que ahora se creen los más listos de todos, ¡pobres humanos!, y que no paran de luchar entre ellos de guerra en guerra. Esperemos que consigan evolucionar correctamente y finalmente sean tan listos como presumen, jejeje...
      Me alegra saber que tengo estilo, jejeje.
      Un abrazo y feliz verano (y contra el calor: agua y un abanico)😂.

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  5. No siempre gana el más fuerte, sino el más listo. Gran fábula que puede extrapolarse a muchos rincones de nuestra vida.
    Me encantó, Luis.
    Un abrazo.
    Pablo

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    1. Muchas gracias, Pablo. Tienes razón, las apariencias engañan. Lo importante es vivir sin meternos en problemas, no sea que nos llevemos una desagradable sorpresa, como le acurre al dinosauiro de mi micro. Un abrazo.

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  6. Siempre hay un enemigo mayor y siempre hay un pez más grande. El alarde de superioridad hacia un ser en teoría inferior nunca está justificado. El ratón de tu relato ha demostrado una visión de futuro realista y, a la postre, ha demostrado ser más fuerte que ese ovíparo gigante y pretencioso, a punto de extinguirse.
    Un relato simpático y bien pensado, con aires de fábula.
    Un saludo, Luis

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    1. Muchas gracias, Ángel. Como siempre, da gusto leer tus comentarios; esta vez, una vez más, haces un análisis acertado de mi micro. Tienes razón, la superioridad mal entendida provoca consecuencias imprevistas pero, sobre todo, provoca desgracias que se podrían evitar con un trato hacia los demás más humilde. Un saludo.

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  7. Funciona muy bien como una fábula acerca de la vanidad humana. Pero me quedo con ese momento crucial en el que el meteorito está a punto de extinguir la especie de los dinosaurios sobre la Tierra. Como eres gran seguidor de Monterroso y su micro del dinosaurio, del que has escrito infinidad de versiones, este cincuenta me resulta divertidísimo.
    Un fuerte abrazo, Luis.

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    1. Muchas gracias, Carmen. En este caso, cuando el roedor despertó, tras el choque del meteorito sobre la tierra -en la actual península de Yucatán (México)-, y tras diluirse la nube de polvo que cegó el sol y provocó incendios, sequias y tormentas y la extinción de numerosos organismos, el dinosaurio ya no estaba allí.
      En todo caso, cuando lo escribí, mi intención, como bien aciertas, era escribir sobre la vanidad humana y sus consecuencias.
      Me alegra que te guste mi micro. Besos.

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  8. Tu microcuento, Luis, podría incluirse dentro de las fábulas, pues se dan todas las condiciones: los personajes son animales, el relato es breve –cincuenta palabras obliga- y de él se puede sacar más de una enseñanza.
    De entrada, aquella que nos dice que no hay enemigo pequeño –un virus tumbó a los marcianos de H.G.Wells-, a lo que puede añadirse aquello de torres más altas han caído.
    El dinosaurio puede representar a tantísimos déspotas y tiranos como han pasado y, me temo, pasarán por este mundo, tantos que se creyeron poco menos que dioses y acabaron de las peores de las maneras, aunque también es cierto que otros murieron en sus camas, pues las circunstancias de la vida no son fórmulas matemáticas.
    Por otra parte, ese meteorito amenazador que ve el roedor pero que no ve el dinosaurio, indica la precariedad de todo, no sólo de las vidas individuales, también las civilizaciones, los planetas y el universo entero, están expuestos a esas fuerzas destructivas. En el universo que conocemos –lo de conocemos es un decir- nada es estable para toda la eternidad.
    Que no aprendamos esas lecciones simples que tenemos constantemente ante nuestros ojos, para obrar en consecuencia, no dice mucho acerca de nuestra lucidez. Y parece ser que sirve de poco que los cuatro sensatos –cuéntate entre ellos- se lo muestren a los demás, pues sus cegueras son de esas que no quieren ver.
    Un abrazo, Luis.

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  9. Muchas gracias, Enrique.
    Leyendo tus exhaustivas exégesis, que escribes a partir de un mínimo 50palabras, permites que los micros desvelen todas sus posibilidades, muchas de ellas ocultas al propio escritor cuando se puso a concatenar las palabras que lo forman. Gracias por incluirme entre los sensatos, entre los que tengo el gusto de contar contigo.
    Un abrazo.

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  10. El grande no debería reírse del pequeño, porque no siempre gana o sobrevive la fuerza y la brutalidad, sino la persistencia y la vitalidad.
    Saludos, Luis

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    1. Muchas gracias, Plácido. Tienes razón, nunca gana quien basa su superioridad en la fuerza, sino el que la basa en la inteligencia y humildad. Un saludo.

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  11. Una fábula en toda regla, Luis. Todo es relativo, hasta el poder que otorga el tamaño; y es que la fuerza mayor impera siempre. Se podrían extraer varias moralejas. Un micro que encierra mucha enseñanza. Muy bonito. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, María José. Es cierto, no es más quien más fuerza tiene, sino el que utiliza su inteligencia en ayudar al prójimo y en hacer el bien. Me alegra que te guste mi micro. Un abrazo.

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  12. Muy aleccionador tu micro. A veces hacemos un mundo de pequeños contratiempos, pero solo nos percatamos de ello cuando nos llegan los verdaderos problemas. Somos así de inconscientes. Saludos, Luis.

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    1. Muchas gracias, Juana. Tienes razón, si nos preocupáramos más por nuestros verdaderos problemas y no nos empeñáramos en crear problemas donde no los hay, nos iría mucho mejor. Un saludo.

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  13. Que bien lo has bordado. Saludos, Antonio Ortuno

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  14. Estupendo Luis,me he reído con tu relato.
    Dicen que los ratones pueden resistir una explosión atómica, un meteorito ni cosquillas hace.
    Saludos.

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    1. Muchas gracias, Jean. Ya se sabe que no siempre sobrevive el más grande, sino el que mejor de adapta a las nuevas condiciones. Me alegra que te guste mi micro. Un saludo.

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