Insolación
Jugaba al tenis cuando sentí la inspiración. Caí fulminado. Carreras, agua, teléfonos... Ella se abrió paso y se quedó de pie junto a mi cabeza. Mis ojos treparon por sus piernas hasta una selva oscura y misteriosa. Recé por que fueran aquellos cipreses los que me dieran sombra para siempre.
¿Venus o Serena?
ResponderEliminarLos beneficios secundarios de la insolación. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarSi este proceso es lo que ocurre con un exceso de sol, me parece que se va a apuntar voluntario más de uno, aún a riesgo de abrasarse.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Eso, eso, se trata de abrasarse. Otro abraso para ti, Ángel.
ResponderEliminarDe la insolación y de la inspiración. Un beso, Sandra
ResponderEliminarMe inspiran las dos, Patricia. Un beso
ResponderEliminar¡Cuidado con esos golpes de calor!
ResponderEliminarMuy bueno, Luis; estupendamente contado y genialmente resuelto.
Saludos.
¡Punto, juego, set y partido! ¡Y sin raqueta!
ResponderEliminarMuy bien narrado, Luis.
Un saludo a la sombra (ya quisiera que fuera a la de esos cipreses).
Muy bueno, me gusta la paradoja entre la muerte, la vida, los cipreses y la selva, siempre sugestiva. Esa es la resurrección de los muertos. O mejor, así se vive.
ResponderEliminarGracias Enrique, José Antonio, Gil... a todos por pararos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dios mío, cuánto tiempo me hace falta para leer y leer y leer, y pararme en otros textos.
Luis, muy bueno este último, que no lo había leído. Y es que, la inspiración llega cuando menos te lo esperas...
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Hola, Malu. Ha sido llegar a casa y ponerme a trabajar (malditos impuestos). mañana te comento.
ResponderEliminarBsss