Roberto y Mabel V

Suspirando miró hacia adentro. Corrió para refugiarse en la calle de enfrente, encendió un cigarrillo y regresó.

Un brazo les solicitaba serenidad a las uñas.

En un pestañeo la puerta se abrió. Vio cómo se despejaban los ojos grises. "Hola, Rober", dijo tímidamente tocándose el pelo, y sólo entonces respiró.
Escrito por Priscila Pry
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