El truco final

El gran Kaspar desapareció del teatro en medio de una cortina de humo ante los ojos del público. Fue su último número e iba camino de ser el más ovacionado hasta que, en su palco, la condesa Walevska empezó a echar de menos, mientras aplaudía, el sonido de sus joyas.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter

48 comentarios :

  1. Oh, qué bueno. Ese título no aclara el final definitivo. ¿Qué fue de Kaspar? ¿Se retiró con las ganancias de su truco? ¿O acabó confinado en la celda de alguna prisión apartada? Porque atreverse a ejecutar semejante número ante dama tan influyente es para aplaudir a rabiar acabara como acabara.
    Y, ya de paso, aplausos para el autor de esta historia tan bien urdida.
    Y un beso de propina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Patricia, de momento me he retirado. Quizá en un futuro vuelva a los escenarios, en cuanto se me acabe todo lo que he sacado por las joyas. Tranquila que no me van a pillar porque cada brillante y rubí ha sido separado del original y vendido en diferentes partes del mundo.
      A la hora de volver, si usted quiere verme, me anunciaré en El Callejón, aunque usaré otro nombre, claro. Mas le avisaré en el momento oportuno. No lleve joyas, a no ser que sean sus relatos.

      Saludos.

      Kaspar.

      Eliminar
  2. Aunque el título lo sugiere, no hay truco en tus relatos, Pablo. La situación desemboca en un final sorprendente, sencillamente, porque hay una trama exquisita, un argumento elaborado y una maestría más que probada, a lo hora de sintetizar el contenido en la forma, con un remate escogido y estudiado que abrocha texto y título, como pareja de baile tan compenetrada.
    Hay que aplicarte esa frase tuya de "a la libreta". En tus relatos brilla un riquísimo bagaje de referencias literarias y cinéfilas que abren ventanas a cada paso de su lectura. Cuando desciendes del escalón altísimo al que nos elevas, uno parece suspendido de otro tiempo, como quien acaba de sufrir un viaje en el tiempo que le ha trasladado a otra realidad. La forma en que la condesa descubre el truco del gran Kaspar, subraya ese encuentro con la inspiración que, para envidia mía, te sucede en cada relato.
    No quiero extenderme ni extenuarte con halagos, que se me van agotando. Permíteme, tan solo, que antes de abrazarte, haga un aparte para aplaudirte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me hace muy feliz que le haya gustado mi truco final, querido Manuel. Salió bien porque la condesa venía a verme cada noche. Los días impares solo traía un collar de perlas pero los pares y los sábados, el domingo era mi día de descanso, venía cubierta de joyas. El sábado pasado fue el día de mi truco final. Quizá debí demorarme más o hacer un truco menos espectacular para que la gente no aplaudiera tanto. Si no me hubiera ovacionado, los gritos de la condesa no habrían alertado tan pronto a la,policía. Menos mal que uno tiene recursos de sobra y logré huir.

      Saludos, campeón.

      Kaspar

      Eliminar
  3. Muy de ladrón de guante blanco...Estupendo relato..

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nunca me ha gustado la violencia, por eso me hice mago, para vaciar los bolsillos con guante blanco.
      Mil gracias por sus palabras.

      Kaspar

      Eliminar
  4. Kaspar no pierde el tiempo. Trabaja a tiempo completo con sus juegos de ilusionismo, tanto en el escenario como en la distancia del palco.
    Me ha gustado la forma en que nos has presentado a un ladrón.
    Tan imaginativo como siempre, Pablo.
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María Jesús, realmente he dedicado mucho tiempo a perfeccionar mis habilidades. Para agenciarme las joyas ajenas sin que se note no me queda otra. Y, claro, no puedo perder el tiempo porque en mi caso un segundo puede ser vital.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
    2. Procuraré estar lo más lejos posible de Kaspar, sólo me limitaré a la magia de sus letras.

      Eliminar
  5. Nos atreveríamos a aventurar que el gran Kaspar ha desaparecido para siempre sin dejar rastro. A partir de aquí se engrandecerá su leyenda. Tampoco va a ser necesario que lleve a cabo más representaciones para ganarse la vida, ya adelanta el título que ha sido su "truco final". No es que robar esté bien, pero quizá también ha puesto algo de equilibrio en el mundo al despojar a alguien de los excesivos privilegios de los que hacía ostentación.
    Un relato redondo, con una picaresca muy simpática.
    Un abrazo grande, Pablo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tal como usted lo ve me quita un peso de encima porque tenía un poco de remordimiento.
      No iba a dejar rastro, pero al ver vuestros comentarios hacia mi truco no he podido evitar volver a aparecer y es que los artistas nos debemos a nuestro público.
      El otro día le escuché en cierto programa de radio con un gran relato. Le doy la enhorabuena por ello y por ser usted como es.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  6. Carmelo Carrascal3/2/18, 17:16

    El humo. El humo, sustitutivo de la niebla espesa, la oscuridad y la noche. es uno de los más poderosos aliados del mago Kaspar. Un tipo simpático. Me ha encantado el detalle de que la condesa W. notara el resultado exitoso del "truco final" precisamente mientras lo aplaudía. Genial, Pablo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El humo siempre ha sido mi aliado, Carmelo. Una buena barra de hielo en agua caliente provoca el efecto que me hace desaparecer sin dejar huella.
      Yo también me alegré de que la condesa solo se diera cuenta de que sus joyas habían volado, justo al final.

      Un saludo, caballero.

      Kaspar

      Eliminar
  7. Eduardo Martín Zurita3/2/18, 18:09

    Hola, Pablo.
    Parece que vivir de la magia como tal no resulta sencillo. El mundo artístico flojea por todos los costados. De modo que el mago, el gran Kaspar, tiene que apañárselas de otra manera y dar el golpe definitivo que le solucione la vida. A la víctima, la señora condesa, seguro que le sobran medios y privilegios para reponerse. A él, en busca y captura, y en paradero desconocido no va a ser fácil que la policía le eche el guante. Total, unas joyas de nada... Es un magnífico texto de cabo a rabo, permeado por fina y humorística ironía. Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo fuerte fuerte, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo, realmente me hice mago para robar las joyas y pasar desapercibido, al menos mientras me las agenciaba. Ahora tengo el gusanillo de volver a escena y para que no me atrapen, estoy ensayando el número del hombre invisible. De momento tengo que mejorar, aunque no hay prisa porque los beneficios de esas joyas aún durarán un tiempo.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  8. Carles Quílez3/2/18, 18:10

    ¡Menudo tunante, el tal Kaspar! Magnífico relato el que nos has dejado, Pablo, con truco incluido;))
    Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que soy un tunante, pero no pude evitar enamorarme de las joyas de la condesa, capaces de ensombrecer el brillo de sus ojos.

      Un saludo afectuoso sin truco. 😉.

      Kaspar

      Eliminar
  9. Un gran mago este Kaspar que, escondido tras el humo, roba las joyas de la condesa mientras ella le aplaude desde su palco. A él le soluciona la vida, por ser su último truco, a ella no le faltarán nunca joyas para lucir en los teatros. Por alguna razón el lector aplaude también este robo, como yo te aplaudo por este relato tan irónico y tan bien contado.
    Besos, Pablo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carmen, después de las joyas lo que más me gusta son los aplausos, así que los tuyos son música para mis oídos.
      La condesa se ha divorciado después de saber que su marido se ha arruinado jugando al bridge y está buscando un nuevo heredero que suplante las joyas robadas, así que poco hay que preocuparse por ella.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  10. Cansado de la emoción del aplauso, guía su talento hacia riquezas más mundanas. Gran relato, Pablo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Salvador, realmente guié primero mi talento hacia las riquezas mundanas, lo de los aplausos es una añadidura, muy agradable por cierto.

      Saludos

      Eliminar
  11. Ese truco final le solucionó la vida al gran Kaspar, ¿o no?. Imagino que se iría muy lejos antes de que fuera perseguido por el robo de las joyas de la condesa Walevska. ¿O es que fue capturado y por eso fue su último truco?
    Muy buen relato, Pablo, con todos los ingredientes que hacen que sea un truco de los buenos para que la historia funcione y deje sorprendido y agradado al lector.
    Un beso grande, enhorabuena.
    Malu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Malu, de momento voy tirando con lo que he sacado de las joyas. No crea que me he ido muy lejos. El mejor escondite es un buen disfraz y unas pistas falsas que ahuyenten a la policía de mi lado. No puedo decirle donde me escondo, entiéndame, pero estoy más cerca de la condesa de lo que ella imagina.

      Beso su mano, bella dama.

      Kaspar

      Eliminar
  12. El gran Pablo nos deja aplaudiendo sin parar ante este pedazo de relato que, sin duda, vale tanto o más que todas las alhajas de la condesa. Bravo, primo Pablo, te has lucido con esta joya. Un beso grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Matrioska, sus aplausos, desde luego, valen más que muchas joyas, aunque los pedruscos de la condesa se cotizan muy bien. En mi caso, ¿para qué elegir?, me quedo con sus aplausos y con las joyas.

      A sus pies.

      Kaspar

      Eliminar
  13. He visto a la condesa, le ha dado un vahído. ¿Y el gras Kaspar?, ¿fue él?, menudo truco no has hecho. Muy bueno. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Maite, sí, fui yo. No se tome muy en serio el vahído de la condesa. antes de ser condesa era actriz y tiene mucho teatro.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  14. Pobre condesa, seguro que para ella se acabó la magia. ¡Qué dura es la vida para algunos! Muy bueno y divertido, Pablo. Como se nota que no soy la condesa... Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Juana, a la condesa le gusta las emociones fuertes y estoy seguro que seguirá yendo a ver espectáculos de magia, sobre todo por si me reconoce en el escenario. Lo que no sabe que me suelo mezclar entre el público y corre el peligro de quedarse sin un collar de perlas al que le he echado el ojo.

      A sus pies, mi querida dama.

      Kaspar

      Eliminar
  15. Pues yo creo que la desaparición le salió redonda, siempre y cuando no le pillasen, claro. Bien aprovechadas esas cincuenta palabras, bien

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me busqué un buen escondite antes de cometer el robo, y la policía anda más despistada que una almendra en un paquete de cacahuetes. Pillarán antes un buen resfriado que al que le escribe.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  16. Un buen ladrón tiene que tener mucho de mago. Creo que no volverá a aparecer más. A sido, como bien dices, el truco final.
    Robando las joyas de la Condesa, de alguna manera ha restablecido, un poquito, el equilibrio entre riqueza y pobreza.
    Bien por el mago-ladrón!!
    Muy bueno, Pablo. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tiene razón, Olga, un ladrón, y sobre todo si es de guante blanco, ha de tener algo de mago si quiere tener éxito.
      La condesa está bien, aunque como es orgullosa clama venganza contra mí. Pobre, no sabe que fracasará en su empeño pues nunca averiguará quién soy.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  17. El gran Kaspar demostró su calidad de prestidigitador haciéndose con las joyas de la condesa sin que ella se diera cuenta, mostrando de esta forma su genialidad en su campo, genialidad casi tan grande como la de otro gran ovacionado en el suyo. Casualmente, el autor de este micro.
    Muy bueno, Pablo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Georges, me abruman sus palabras, más como mago que como ladrón, o como las dos cosas, que una y otra, en mi caso, van de la mano.
      Me anima tanto que estoy pensando en crear un nuevo personaje y aparecer otra vez ante el gran público. Eso sí, no hay prisa.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar
  18. Tu historia parece leerse desde uno de los palcos de ese teatro, entre densos cortinajes de terciopelo rojo empapados por el aroma a madera de tabla vieja. La sensación final que dejas es una extensión perfecta del espectáculo de magia que retratas; la dulce recompensa de la sorpresa urdida por un hábil prestidigitador.
    Eres un gran narrador de historias, Pablo, siempre lo has sido, solo que ahora estás soltando el brazo de tu intuición para rebuscar en el fondo de la chistera de tu imaginación.
    Relatazo. Felicidades.
    Un abrazo, artista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Antonio, de hecho vi que entre el público se encontraba alguien muy parecido a usted acompañado de una dama por la que pierdo el sentido. Usted creó la joya más bella que vieron mis ojos, a su querida Roxanne. Me agradó mucho verlos a ambos juntos en el teatro. Es un tesoro tenerlo entre mi público. Si vuelvo, espero no defraudarle. Ya le avisaré qué nuevo nombre artístico me pondré. Pero guárdeme el secreto.

      Ante usted no puedo más que hacer una reverencia.

      Kaspar

      Eliminar
  19. Smokey pisó la raya8/2/18, 22:18

    Pablo tu relato es una película ambientada en los espectáculos de magia de los años veinte ó treinta y el personaje principal "el gran Kaspar". ¡Cómo me ha gustado!. Ya veo el carruaje en la puerta del teatro esperándolo para que pueda huir con el botín.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Smokey, ¿en qué año estamos? Yo desaparecí de la escena la noche del 21 de diciembre del 1921. Estamos a febrero de 1922, ¿verdad?
      Ha dado usted en el clavo. Mi fiel Smith* me estaba esperando en un carruaje presto para huir. Tiene buen ojo, espero que no sea policía.

      Beso su mano, mi queridísima dama.

      Kaspar

      *Nombre falso. Se apellida Houdini.

      Eliminar
  20. Ese gran Kaspar, a pesar de que utiliza su magia para robarle la joyas a esa condesa polaca, la cual podría ser la misma amante de Napoleón, tiene mucho más mérito que multitud de ladrones que roban sin gracia alguna y sin ningún arte, aprovechándose de los privilegios que el destino les ha concedido por nacer en la púrpura –término que se utilizaba para describir a los miembros de las familias reales cuando llegaban a este mundo-, o por cualquier otra circunstancia favorable.
    La escena que narras es absolutamente cinematográfica y, a este respecto, me pregunto cómo se formarían en las cabezas de las gentes que vivieron antes de la invención del séptimo arte las imágenes cuando leían cuentos y novelas, pues en nuestro caso ya estamos contaminados por las miles de películas que impregnan nuestras neuronas, y no hay forma de que cuanto hemos adquirido a través del cine desaparezca, así que nuestra mente cuenta con un inmenso archivo a la hora de componer escenas.
    Por otro lado, decir que, en mi opinión, los magos tienen algo de fraudulentos, pues nos hacen creer que vemos algo verdadero cuando sólo se trata de un simple truco, pero si son buenos, esos trucos son tan espectaculares que nos convierten en niños crédulos dispuestos no sólo a perdonárselo todo, sino a admirarlos sin reservas y a darles una patente de corso que no le daríamos a ningún otro.
    Así que me imagino a la condesa riéndose de la osadía del buen Kaspar y, tras un breve enfado, perdonándole y hasta deseando que todo le vaya bien y que, en un futuro, se presenten más ocasiones para poder disfrutar de sus maravillosos espectáculos.
    Y al buen Kaspar le deseo las mayores venturas y aventuras, estas seguro que no necesita a nadie para ingeniárselas.
    Para acabar, diré que es una joya de microcuento más que añadir a tu currículo cincuentista. Decía Nietzsche que la vida sin música sería un error, sin magia también creo que lo sería y, dentro de esa magia, incluyo la de las palabras capaces de crear universos a los que sólo ellas nos dan acceso.
    Un abrazo, Pablo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique, le tengo que confesar que la condesa estaba enamorada de mí, y que de vez en cuando me da por pensar si no se dejó robar por sentirme cerca y los gritos de auxilio los demoró hasta saber que me encontraba a salvo.
      También tengo que confesarle que yo también me sentía atraído por ella, pero la avaricia me cegó y en lugar de intentar un romance cometí un robo.
      Espero tener una segunda oportunidad en la que el amor venza mi codicia. De hecho, como he puesto antes, me escondo cerca de la condesa y la sigo. Y esta vez no me atrae el brillo de sus joyas, sino el de su mirada.
      Quién sabe si en futuro nuestros caminos se vuelven a cruzar con un destino menos aventurero y más romántico.

      Un placer leer a tan docto lector.

      Un saludo acompañado de toda mi admiración.

      Kaspar

      Eliminar
  21. Enrique Caño17/2/18, 12:16

    El gran Kaspar ha puesto el broche a su retirada, que se lo digan a la condesa Walevska. Entre que aparece y desaparece, se ha llevado sus joyas y ahora veremos a ver quién le encuentra. Aunque sea un hurto en toda regla, no hay duda de que ese truco tiene mucho mérito.

    Una joya de micro, Pablo.
    Un abrazo muy grande.

    ResponderEliminar
  22. Enrique, de momento me he retirado a una isla paradisíaca. Aquí disfruto de la vida y comienzo a planear nuevos planes y es que, aunque con lo de la condesa podría retirarme, entran en el hotel donde estoy alojado cada joya que hace parece que me miran dociéndome: “Llévame”.

    Saludos, amigo.

    Kaspar

    ResponderEliminar
  23. Si aquella circunstancia no tuvo excesiva repercusión social, fue por la retirada de la denuncia de la Waleska que tras quedar profundamente enamorada de Kaspar y sus encantos, optó por retirar la denuncia.
    Que me lo dijo a mí Kaspar antes de dedicarse a ser mago en oriente, junto con Kelchor y Kaltasar.
    Muy bueno tu micro, Pablo.
    Te mando un abrazo, que hace tiempo que no te lo doy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero bueno, ¿cómo sabe usted mi historia?
      Realmente la condesa fue mi cómplice y ella me dio sus joyas y su amor. Las joyas desaparecidas se las abonó su seguro y ahora vivimos con gran desahogo.
      En navidades es la única época que trabajo con Kelchor y Kaltasar, que el resto del año se dedican a lo mismo que yo: a ná.

      Un abrazo, querido amigo.

      Kaspar

      Eliminar
  24. Tu relato nos sugiere muy sutilmente una continuación de la historia en la que el alboroto y el griterío se adueñaron del patio de butacas ante la presumiblemente airada reacción de la condesa. Ese gran mago, al que parece acompañar un aura legendaria, se le ve capaz de robar -como decía un amigo mío- las espuelas a un caballo al galope.
    Otro magnífico Núñez de pura cepa.
    Enhorabuena, Paul, y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro que el relato sigue. Y tú sabes cómo continua. No disimules, que estabas esperándome en el coche de punto presto para huir. Te llevaste una razonable parte del botín, así que espero que no tengas queja.
      Por cierto, no sabía que era tu amigo cuando las robé. Dame sus señas y le devolveré la espuelas del caballo.

      Saludos y espero que pronto podamos dar otro bien golpe.

      Saludos.

      Kaspar

      Eliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!