Ajuste de cuentas

El contable decidió hacerse ateo, pero zanjándolo todo bien.

Sabía que lo que le rondaba por la cabeza no tenía mucho sentido perdida ya la fe... Aunque, en resumidas cuentas, aquello era como abandonar una cooperativa.

Arrodillado junto a la cama, entonó la cantinela: "...Dámelo, dámelo. Mío es; tuyo no".
Escrito por Lola Pacheco

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