Sin nido

Se alojó en el nido, los restos del plumón que le quedaban abrigaron su cuerpecillo laxo, casi frío. Había perdido la posibilidad de volar, la de cantar, la de esponjarse en las fuentes.

Al alba lo encontró el sol y, entre las ramas entrelazadas, también dormía una carta de desahucio.
Escrito por Virgi - Web

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