Recuento

En el funeral, la hija recapitulaba sobre lo ocurrido: su padre no soportó ver al primogénito degradándose tras continuas recaídas y decide, con dos golpes de gatillo, solucionar su problema. Ella quedó irremediablemente sola.

Mientras enjugaba sus lágrimas, su pena comenzó a volverse en rencor:

—Maldito viejo... nunca le importé.
Escrito por Ruperto

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