La ceguera

Miraba al hámster correr en la rueda y compadecido le abrió la puerta de la jaula. El hámster siguió corriendo obnubilado de la libertad. Juan rió sorprendido de la estupidez zoológica. ¡Qué terrible, no vivir la experiencia humana! Terminó al café, chequeó la hora y salió corriendo para la oficina.
Escrito por Guillermo H. Piuma - Web

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