Secuestrar un elefante

El elefantito rosa solía visitarme. Yo lo mimaba y él me embelesaba con su encanto. Cuando presentí que él quería abandonarme, sólo atiné torpemente a secuestrarlo.

En cautiverio, su dulce encanto se ha esfumado. Ahora se aburre en el fondo de un armario, bordado, como siempre, en aquella tanga blanca.
Escrito por Georges

32 comentarios :

  1. Elefante blanco, elefante rosa... ¿Qué será lo próximo? A mi me da que tu personaje está un poco pallá. Que lo saque de su lóbrego confinamiento ¿no? Mola mucho lo tuyo. Enhorabuena y suerte. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues, para hacer lo que ha hecho, no está muy pacá que digamos. Es que el amante despechado puede llegar a hacer cualquier tipo de locura.
      Un saludo, Jesús.

      Eliminar
  2. Georges, interpreto que quién ha abandonado al protagonista es la dueña del tanga. Aunque el tanga permanezca en su poder, sin la dueña ha perdido su encanto...
    No se si habré acertado...
    Enhorabuena Georges, un micro acertijo con múltiples interpretaciones!
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Pilar, lo has interpretado muy bien, esa fue mi idea al escribirlo. Pero si surge una interpretación mejor, estoy dispuesto a adoptarla. Jaja
      Besos

      Eliminar
  3. Georges yo pienso como Pilar, de quien estaba enamorado tu protagonista no era del elefante del tanga, sino de la dueña del mismo, y está claro que por muy fetichista que quiera ser no es lo mismo y que más que el continente él añora el contenido.
    Buen relato Georges, me ha gustado.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Javier. Es como tú dices, aquí hay un vaciamiento de contenido, como en los discursos de la mayoría de los políticos. jeje
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Georges, ese elefante ha perdido la gracia sin la persona que lo movía y le daba esa magia que tanto gustaba a tu protagonista.
    Muy ocurrente e ingeniosa tu historia.
    Enhorabuena.
    Pablo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Pablo, me alegra que te gustara.
      Un abrazo

      Eliminar
  5. Tu relato me deja clara una cosa importante, que los elefantes rosas hay que disfrutarlos mientras duran y están; que empecinarse en alargar finales e insistir en retenerlos cuando ya han decidido volar, les hace perder la gracia.
    Una chispa es el deseo y dura casi tanto o menos que cincuenta palabras. Simpática historia, Georges. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Manuel.
      Estoy completamente de acuerdo en que no se puede retener a quien quiere irse. En lo que no coincido contigo es en que la chispa sea tan efímera. Me consta que puede llegar a durar bastante más.
      Saludos

      Eliminar
  6. Yo hago una interpretación algo oscura de tu relato y veo un secuestro feo, tal vez incluso un asesinato. En todo caso, un relato inquietante envuelto en un lenguaje aparentemente dulce e inocente. Muy bien!

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Ana. El relato es abierto en cuanto a la forma en que el protagonista se hizo de la prenda y tu interpretación es una de las posibles y se encuentra en uno de los extremos del abanico.
      Un saludo.

      Eliminar
  7. Nunca he comprendido en toda su extensión eso del fetichismo. Un objeto, por muy personal que sea, nunca puede sustituir a una persona, con lo que retenerlo no tiene sentido, algo de lo que parece haberse dado cuenta tu personaje, que sin duda añora a la dueña de esa prenda.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo nunca he comprendido para nada a los fetichistas. El comportamiento del protagonista no muestra que lo sea, como tú bien dices, se da cuenta de la inutilidad de su acción, y lo que hace es tirar la prenda en un armario.
      Un saludo, Ángel.

      Eliminar
  8. Pobre elefante, cual marioneta sin titiritero se ha quedado sin vida y, de paso, ha dejado a un pobre enamorado con el corazón hecho pedazos.
    Estupendo, Georges.Mis parabienes.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Vicente. Me encantó la comparación con la marioneta sin titiritero, muy digna de ti.
      Un abrazo

      Eliminar
  9. Veo que ya está perfectamente explicado tu micro, Georges, por parte de los compañeros. Sólo añadir que todos hemos conocido a gente que se obsesiona con cosas materiales creyendo que pueden sustituir a las personas. Otra variante es la de los que tiran prendas porque les dan "mal fario", por haberlas puesto un día que resultó horrible. Esto ya me parece producto de una mente, cuanto menos, retorcida.
    ¡Felicidades y un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, María José.
      Gracias por tu comentario. No sabía que había gente que tiraba prendas por el mal fario. Cada día te enteras de nuevas actitudes que te hacen dudar de la racionalidad de los humanos.
      Un abrazo para ti.

      Eliminar
  10. Georges, ingeniosa manera de hablar del amor y del deseo. El elefantito rosa lo representa, pero sin su dueña pierde su significado.
    Muy original. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Carmen. Hay temas que me resultan más cómodos si los abordo de forma elíptica.
      Un abrazo para ti.

      Eliminar
  11. Tu protagonista debería saber que los elefantitos rosas bordados, en cautiverio, pierden todo su encanto. Original propuesta, Georges, me ha encantado. Un beso grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Matrioska, el protagonista debería saberlo, pero es el eterno problema de los elefantitos rosa, es tal su magia que obnubilan toda razón y todo conocimiento.
      Un beso grande para ti.

      Eliminar
  12. A través del bordado de una pieza de lencería nos cuentas una historia de desamor. Y además, gracias al elefante rosa, te ha quedado la mar de simpática.
    Muy bien.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Carles. Es que hasta el desamor se puede ver color de rosa.
      Un cordial saludo para ti.

      Eliminar
  13. Jajajaja, muy divertido micro George... Supongo que eso de que quería abandonarlo, habrá sido culpa de los AA, no?
    Saludos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra que te divirtiera, Jean. Y, que yo sepa –aunque puedo estar equivocado– AA no tuvo nada que ver, porque el elefante no era producto de su imaginación, aunque bien afiebrada que la mantenía. Jaja.
      Un cordial saludo.

      Eliminar
  14. Pues sí que ha dado juego el elefantito rosa. Confieso que yo me había ido por las ramas, debe ser que a estas horas ya no pienso bien, así que me ha venido muy bien leer los comentarios...
    Un beso George.
    Malu.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, suele sucederme que para comprender un micro debo recurrir a los comentarios de los compañeros. A cualquier hora del día. Jajaja.

      Un beso, Malu.

      Eliminar
  15. A veces perdemos lo que tenemos porque sí, pero otras es porque no hemos sabido conservarlo. A mí me da que tú protagonista ha comprendido tarde muchas cosas.
    Muy buen relato, Georges, contado con gran oficio e inteligencia.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razón, Enrique. La mayoría de las veces que perdemos a alguien es porque no hemos sabido conservarlo. Pero, por supuesto, es más fácil echarle la culpa “al otro” que detenerse a analizar, comprender y reconocer nuestra responsabilidad.
      Gracias por tu valoración. Como siempre, eres muy generoso.
      Un abrazo.

      Eliminar
  16. Mi interpretación creo que no se acerca a ninguna de las ya expuestas. Interpreto el elefante rosa como un "miembro viril" que es encerrado en el "armario" hasta que quiera salir de él, por eso se marchita dentro del tanga blanco... no?? Seguramente me equivoque.
    Un besazo, George (de la jungla)Jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces, nuestros relatos son interpretados de forma que nos sorprenden y que demuestran que siempre hay alguien que tiene mucha más imaginación que el autor.
      Tu lectura del micro es un estupendo ejemplo de ello. Yo creo que todas las interpretaciones son válidas y la tuya lo es, aunque hayas introducido dentro del tanga todo, o parte, de lo que en él estaba bordado. Es que esto de los elefantes rosados, y sus trompas, dan mucho juego a la imaginación. Jajaja.

      Muy interesante comentario, mi querida Olga. Otro besazo para ti.

      Eliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!