Soledad
Desde que se fue de mi vida creo haberla olvidado. Antes, cuando pensaba estar perdido en mis propios pensamientos, ella conseguía dominarme con el desprecio miserable al que me sometía con su indiferencia. Ahora, aunque todo parece estar lejos de esa realidad, sigo siempre solo extraviado en el completo olvido.
Tu protagonista es casi masoquista vive mejor sin ella, pero echa de menos el estar con ella y sufrir su desprecio. La soledad es muy cruel.
ResponderEliminarBuen relato Antonio, un abrazo.
Antonio, a tu protagonista le duele tanto la soledad, que echa de menos a quién le despreciaba cuando estaban juntos. Terrible.
ResponderEliminarBien contado.
Besos
Un hombre obsesionado con una mujer. Lo único que obtuvo de ella fue indiferencia, una realidad dolorosa a la que sin embargo se aferraba, pues no tenía nada más. Cuando consigue olvidarlo todo sobreviene la soledad absoluta. Un relato en el que no es posible la esperanza, con un personaje atrapado en un abismo del que no parece posible que pueda salir.
ResponderEliminarUn saludo, Antonio
De nuevo, Ángel ha hecho una exposición certera y difícil de superar... Yo suscribo sus palabras y te doy mi enhorabuena por tu gran micro, Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un micro triste. El protagonista no deja de pensar en su antiguo amor. Pero, como dice la fábula china, todo pasará.
ResponderEliminarSaludos, Antonio
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA este pobre hombre hay que presentarle a una mujer que se llame Pilar porque lo veo con unos cimientos poco estables.
ResponderEliminarUn saludo, Antonio
Me gusta mucho la prosa homogénea de tu relato, con la que retratas una soledad igual de constante, al tiempo que anodina, ya sea en compañía de ella como sólo.
ResponderEliminarSaludos
Quise decir "solo"
EliminarSí, estimado.
EliminarSolo no lleva tilde ni en el sentido de "soledad" ni en el de "solamente".
Hace ya muchos años que la regla era opcional y, en las últimas ediciones, la RAE se decantó por la única opción posible, la que quita esta fastidiosa e inservible tilde diacrítica (y anacrónica).
Llegará el día en el que los cómo, cuánto, dónde, quién, qué y demás vocablos, también perderán la razón de ser de su maniática acentuación gráfica.
Tenemos que trabajar mucho para que las reglas sean limpias y claras. El español es un idioma maravilloso pero el que menos admite adaptarse a las nuevas olas.
En Argentina, se peca por exceso de liviandad y como he comentado alguna vez, los maestros no pueden corregir las faltas de ortografía porque eso "estigmatiza" y "discrimina".
Según este vituperable criterio: aprenderán solos. De hecho, no aprenden, y la prueba está en que cuando lees un diario digital encuentras la cruda realidad que avergüenza a los adultos. Errores que son horrores.
Me gustó mucho tu relato.
Lu
Voy a responder a todos a través de este comentario. Gracias por todos ellos, esto me hace ver que no estamos solos, y que la soledad se puede evitar. Y gracias Lu por tu narrativa sobre ese tema, yo creo que siempre habrá división de opiniones, dicen que ne la variedad está el gusto, y yo digo la razón también. Gracias de nuevo a todos y a todas. Saludos desde África. Antonio
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