Malos tratos III
Quizás si hubiera preguntado dónde iban juntos todas esas tardes... Acaso si hubiera indagado en esa incómoda intimidad... Si hubiera leído la angustia en la sonrisa y la súplica en la mirada... Si sólo hubiera querido, sabría ahora quién era esa extraña que miraba con desprecio el cadáver del padre.
Silvina hay tantas ocasiones que no nos atrevemos a indagar en las cosas que hacen nuestros padres y que luego nos arrepentimos.
ResponderEliminarA tu protagonista siempre le quedará la duda de no saber el porque de esa mirada de esa extraña. A nosotros por suerte y después de seguir esta serie de buenos relatos sobre y contra el maltrato podemos adivinar el porque de esa mirada.
Buen relato Silvina, un abrazo y feliz navidad.
Muchas gracias, Javier. Felicidades y un gran comienzo de año para ti también
EliminarA veces nos damos cuenta de las cosas cuando ya no tienen remedio. Hay señales dw sobra, pero no queremos leerlas. De eso se valen los agresores, de la impunidad que les regalan los testigos con su complicidad encubierta.
ResponderEliminarUn saludo, Silvina. Feliz Navidad.
Es que a veces es más fácil "no ver". Resulta monstruoso, pero es así. Gracias como siempre, Ángel, y muchas felicidades.
EliminarSin palabras me has dejado. Qué horrible historia nos has contado, en la que no quedan cabos sueltos, con sólo las 50 palabras.
ResponderEliminarAplausos y abrazos navideños.
Dudo mucho que tú te quedes alguna vez sin palabras, pero agradezco el cumplido y esos hermosos aplausos, querida Patricia. Saludos, felicidades y a seguirnos leyendo y encontrando en 2017.
Eliminar«No hay más ciego que el que no quiere ver», Silvina. Pecar de omisión tiene sus consecuencias.
ResponderEliminarGran colofón para esta serie.
¡Feliz Navidad y Año Nuevo!
Un fuerte abrazo.
Claro que sí, Vicente. Tiene consecuencias porque el silencio no es otra cosa que complicidad. Muchas gracias por estar siempre presente en el comentario de mis relatos. Muy buen inicio de Año para ti. Otro abrazo!
EliminarEl hilo que une los tres relatos es espeluznante. Abuso infantil, maltrato, violencia de género, son un mismo capítulo de la historia truculenta del machismo que no es sino expresión de los peores instintos que el ser animal que nos habita que la sociedad civilizada aún no ha conseguido encauzar hacia una relación de respeto e igualdad.
ResponderEliminarEn cuanto a los relatos, se me antoja que este padre que muere, bien podría ser el mismo que regalaba perlas a su mujer para disculparse en el segundo y el severo progenitor del primero que utiliza el cinturón para imponer autoridad. Bajo la distinta máscara el mismo perverso instinto de dominación por la fuerza.
Tan dura como bien lograda trilogía, Silvina. Felicidades y Feliz Año Nuevo.
Coincido, Manuel, en que perfectamente podría tratarse del mismo miserable violento. Debo decirte que tus comentarios siempre enriquecen los relatos a los que se refieren y denotan una lectura atenta y profunda de los mismos. Te lo agradezco muchísimo. Gracias por tus conceptos y Feliz Año para ti también.
EliminarMantener los ojos cerrados no hace que los problemas desaparezcan.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Silvina
Gracias Plácido por pasar a comentar. Muchas felicidades y un abrazo.
EliminarA veces quedamos ciegos. Muy bueno.
ResponderEliminarY, como reza el dicho que Vicente cita en su comentario, la ceguera voluntaria es la peor de todas... Gracias Maite. Felicidades y un beso.
EliminarMagistral, Silvina. Poético y brutal, con esas frases en las que plasmas qué habría pasado si el protagonista hubiera estado más atento a las pistas que tenía delante.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año.