Visita
Cuando me llevaron al hospital, mamá estaba llena de cables y casi tengo que saltar por encima para besarla y abrazarla. Sentí el calor de su piel como un regalo de cumpleaños. Papá me ha dicho que hay que esperar, que ya tenemos que volver a la curva del accidente.
Miguel, ese niño con su padre han ido en espíritu a visitar a la superviviente.
ResponderEliminarEntrañable relato, que nos descubre con la palabra "accidente" todo su secreto.
Buen relato, Miguel.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier. En efecto, todo el posible poder sugerente del micro está en esa palabra, accidente. Un abrazo.
EliminarYo veo algo más inquietante. Ese "hay que esperar" creo que no promete nada bueno. O tal vez, sí, el reencuentro.
ResponderEliminarMuy bueno, Miguel.
Muchas gracias, Patricia. Has acertado de pleno. No sé la razón, pero siempre me han gustado los relatos de fantasmas, los relatos de frontera, que yo llamo entre dos mundos. Un abrazo.
EliminarVínculos que se mantienen más allá de un estado que, sólo con oírlo citar, es causa de inquietud; pero ni siquiera ese nombre, con todo su poder inexorable y el temor que lleva asociado, es capaz de romper la unión entre las personas cuando este es muy fuerte. Es cierto que existe una barrera entre los de un lado y los del otro, pero sólo es cuestión de tiempo que vuelvan a coincidir en el mismo espacio. Como alguien dijo: "Muerte ¿dónde está tu victoria".
ResponderEliminarUn relato que puede parecer triste cuando comprendemos que ha habido una circunstancia trágica, pero en el que no falta la esperanza, que también forma parte del cóctel final.
Un saludo, Miguel
Muy interesante tu comentario, Ángel. Es posible esa interpretación, como otras. En todo caso, siempre nos quedará el poder sugeridor de unas palabras para hablar de lo desconocido. Muchas gracias y un abrazo.
EliminarBuena historia, Miguel, con ese final sorprendente, triste y esperanzador a un tiempo.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Muchas gracias, Carles por tu comentario. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarLa madre de la curva, diría yo que es. Irán a verla pero ese calorcito de regalo me parece que ya va a ser que no, y es una pena, cuando las familias se llevan también como para quedar y perpetuarse tras la muerte de uno de sus miembros, como es el caso.
ResponderEliminarMe extraña un tiempo verbal, no sé, estoy dudando mucho. A lo que mejor solo es por ajustar a las 50 palabras.
Pone: "que ya tenemos que volver a la curva del accidente."
Entiendo que es que "la próxima vez tendremos que volver a la curva del accidente", pero sobrarían palabras y... vamos, que hay algo que me choca y no sé como se podría arreglar.
jeje, me estoy liando.
No me hagas caso, vale? Quedate con el historia de que si hablo y hablo es que me ha gustado, eso es lo que realmente cuenta
Por lo que parece, en el accidente hubo dos muertos y una herida. ¿Están esperando que se una a ellos? Un buen micro. Saludos, Miguel
ResponderEliminarLuisa, muchas gracias por tu comentario. Bueno, lo del tiempo verbal, tal vez tengas razón, pero lo hice así para actualizar la acción. En fin, un abrazo y se agradecen tus palbras.
ResponderEliminarPlácido, efectivamente, esa es una lectura posible. Siempre me ha apasionado esos relatos de frontera, a caballo entre dos mundos, y no estaría mal el reencuentro. ¿Se sentirá otro tipo de calorcito? Muchas gracias y un abrazo.
ResponderEliminarMiguel, ese accidente ha tenido como consecuencia dos muertos y una herida, a la que esperan para reunirse con ella en la curva donde ocurrió el "accidente". Siempre me han resultado muy inquietantes estas historias de fantasmas que permanecen en el lugar donde murieron.
ResponderEliminarBien contado.
Besos.
Un buen relato de fantasmas entre dos mundos, esperando la llegada de la otra persona accidentada.
ResponderEliminarUn abrazo, Miguel.
Muchas gracias, Carmen. Los relatos de fantasmas me encantan. Un saludo.
EliminarSeguro que mamá, al sentir la visión de su hijo, se despojó de los cables y se marchó con él.
ResponderEliminarSuerte y un saludo virtual.
Muchas gracias, María José y es posible esa continuación, aunque en el micro padre e hijo vuelven solos a esa fatídica curva. Un abrazo.
EliminarEs una visita cargada de emoción y esperanza y tú lo has contado de una forma muy bella, humanizando a los fantasmas y dando normalidad a algo que está muy lejos de serlo.
ResponderEliminarEnhorabuena Miguel.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por el comentario. En efecto, ese mundo fronterizo siempre me ha atraido. Me alegro q te guste. Un abrazo.
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