Bicho raro
Llegó a sentirse un bicho raro en la oficina. ¿Era la única persona que no engañaba a su pareja ni estafaba a la empresa? ¿Solo él no hacía trampas en la declaración de renta ni se reía cruelmente de los compañeros?
Sí, pensó orgulloso una tarde. Desde entonces fue feliz.
Sí, pensó orgulloso una tarde. Desde entonces fue feliz.
El tema que tratas en el relato no solo es interesante, sino necesario. Muchas veces nos aborda esta sensación ante la vulgaridad del mundo en general. La falta de tacto, el poco respeto por la dignidad personal de los otros, la falta de civismo y ciudadanía, de respeto por los demás y el bien común...
ResponderEliminarParece que cabalgamos en una ola de embrutecimiento donde cada cual mira tan solo a su propio interés, cerca su campo de minas y pisotea el sembrado de flores de los demás. En la tierra de Caín, todos van con la quijada en la mano. Los Abel, honrados, solidarios, positivos, proactivos, tienen que hacer examen de conciencia, aprobarse y seguir su camino.
Una solución posible para esta soledad del camino, sea tal vez hacer asociación, la unión nos hace fuertes y crea diques de contención contra la vulgaridad reinante.
Un placer leerte, Pau. Saludos.
Pau, más que un bicho raro, tu protagonista es una persona decente, que por desgracia cuesta más encontrar, ya que la marea de la corrupción nos afecta a todos, por ello es de alabar su actitud.
ResponderEliminarun relato muy reflexivo.
Un abrazo.
La decencia y la honradez carecen de brillo en nuestros días. Lejos de identificarlas como virtudes, son atribuidas a individuos planos, anodinos y hasta cobardes. Con reconocimiento social o sin él, no hay nada como la satisfacción personal y una conciencia tranquila, algo equiparable a la felicidad, aunque a menudo no sea bien comprendida.
ResponderEliminarUn saludo
Ya lo decía yo, siempre hay personas decentes. Incluso en cincuenta palabras. Muy bueno Pau. Saludos.
ResponderEliminarLa gente honrada y con valores ciertamente es un rara avis. Me gusta tu reflexión, ser buena persona además de servir de ejemplo a los demás, es un valor en si mismo, y para uno mismo.
ResponderEliminarUn abrazo
Es mejor ser un bicho raro, Pau, que seguir al vulgo como un borrego. Yo también prefiero sentirme un bicho raro y ser feliz.
ResponderEliminarBuen micro.
Un saludo
Bichos raros siempre hay, pero los prefiero como tu protagonista, honrado y fiel a sus principios.
ResponderEliminarEnhorabuena Pau.
Malu.
Tu bicho raro nada contracorriente en la marea de corrupción y falta de civismo en la que vivimos. Pero ser fiel a uno mismo y vivir siguiendo unos valores aporta tranquilidad.
ResponderEliminarUn micro para reflexionar, Pau. Un abrazo.
Una pena, sí, que el protagonista de tu micro se considere un bicho raro. Menos mal que no le importa y persevera.
ResponderEliminarSaludos, Pau
La verdad es que si que es bicho raro. Sería objeto de estudio de Mr. Darwin o el propio J. Verne si levantaran la cabeza y Aldous Huxley lo incluiría en su "Mundo Feliz"
ResponderEliminarBuen relato, Pau.
Saludos.