Instrucciones para escribir un microrrelato de cincuenta palabras justas

Tome las veintisiete letras del alfabeto y extiéndalas delicadamente sobre una hoja en blanco.

Combínelas acertadamente. Comience con una ingeniosa frase introductoria, prosiga con cadencioso ritmo e introduzca algunas figuras literarias, aderezadas con una novedosa trama narrativa y un final inesperado.

Al terminar, siéntese cómodamente y espere la ovación general.
Escrito por Daniel Castillo

7 comentarios :

  1. Desde luego es una manera relajada de ver el proceso, pero a mí, desde luego, a pesar de que disfruto mucho, o por lo menos, me dedico con afán positivo a la tarea, no me resulta siempre tan cómodo. No es tan difícil cerrar en cincuenta como que esas cincuenta palabras puedan hacer confluir en ellas las virtudes de un buen microrrelato.
    Por suerte, esta página mantiene un clima positivo entre la buena gente que escribe y comenta, y aunque a veces el relato puede quedar más mal que bien, todos entendemos que escribir es un ejercicio que como la vida, tiñe el camino de luces y sombras, así que un comentario que estimula lo positivo ayuda a seguir con confianza. Distinto es que fuera una página sesuda de crítica o dentellada. De ser así, muchos, entre ellos yo, no participaría.
    Un relato Daniel, que se conforma ya casi en el mismo título y nos ofrece una de las posibles caras de lo que es un cincuenta. Saludos.

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  2. Encuentro mucha ironía en tu microcuento, Daniel, y también una gran sabiduría narrativa puesta al servicio de esa ironía que creo que viene a decirnos que escribir no es como seguir las instrucciones de una receta de cocina.
    Que puede ser que la teórica nos la sepamos pero que la práctica, ¡ay!, es otra cosa, y el misterio último del arte queda fuera del alcance de la lógica.
    Por otra parte, suscribo las palabras de Manuel sobre el espíritu positivo de esta página, y, como él, yo tampoco participaría en una página sesuda de crítica y dentelladas, como dice.
    Así que no sé si recibirás una ovación general por este inusual microcuento, pero la mía sí la tienes.
    Un abrazo.

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  3. He seguido escrupulosamente tus instrucciones, Daniel, y después de una eternidad sigo sentado, esperando la ovación general. Comienzo a pensar que no llegará.
    Por cierto, enhorabuena por el micro. Saludos

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  4. Al igual que mi buen tocayo, intuyo que en tu simpática propuesta cierta ironía que me ha recordado un antiguo poema (que seguro conoces) del peruano Ricardo Palma, que dice así:

    LA POESÍA

    – ¿Es arte del demonio o brujería
    esto de escribir versos? – le decía,
    no sé si a Campoamor o a Víctor Hugo
    un mozo de chirumen muy sin jugo.
    – Enséñame maestro, a hacer siquiera
    una oda chapucera.
    – Es preciso no estar en sus cabales,
    para que un hombre aspire a ser poeta;
    pero en fin, es sencilla la receta:
    forme usted líneas de medidas iguales,
    luego en fila las junta,
    poniendo consonantes en la punta.
    – ¿Y en el medio?
    – ¿en el medio?
    ¡Ese es el cuento!
    ¡Hay que poner talento!

    Muy bien escrito y con ese gran cariño por las letras que atesoras, Daniel.
    Un abrazo.

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  5. Seguro que quien siga tus instrucciones a rajatabla puede lograr algo provechoso, aunque en literatura, como en las artes en general, no solo es cuestión de pautas o técnicas, siendo éstas importantes, también está eso que llaman talento e inspiración, que se las salta de repente creando genialidades. En todo caso, tu relato es genial en sí mismo.
    Un abrazo, Daniel

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  6. Me gusta esa receta de microrrelato que nos has enseñado, Daniel.
    Original propuesta, empezando por el título.
    Un abrazo y suerte.

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  7. Explicado de este modo, parece muy sencillo escribir un micro de 50. La técnica es perfecta, desde la ingeniosa frase introductoria hasta el final inesperado, pero todos sabemos que con eso no basta. Falta la inspiración del momento, el tema o la imagen original que da paso a la idea, saber desarrollarla... Es lo que tú has hecho en este relato tan instructivo, Daniel. Puedes sentarte cómodamente. Ahí va mi aplauso y un abrazo.

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