Atadura
Le costaba arrancar el motor para iniciar la rutinaria jornada. El largo y placentero sueño parecía no haber sido suficiente para recargar las ya oxidadas pilas. Para su desgracia ella no estaba, había olvidado del todo que ahora debía emprender solo el futuro, toda su vida había sido su batería.
Nos hacemos mayores e inevitablemente vamos perdiendo a algunas personas que nos rodean. Pero cuando toca tan de cerca que te das cuenta que te falta "el motor" de tu vida, es difícil seguir hacia adelante.
ResponderEliminarMe gusta como lo cuentas haciendo referencia a pilas, baterías y motores. Muchos besos.
Pues debe tratar de soltarse de esas amarras que le impiden seguir, aun solo, adelante. Le quedan sus recuerdos y, con el tiempo, puede que otro a quien unirse. Suerte, Antonio. Un saludo.
ResponderEliminarPreciosa esa idea subyacente del amor del otro como motor de uno mismo. Saludos, Antonio.
ResponderEliminarSubrayo el comentario de Manuel. Cuando la separación es forzosa por la Parca, todo se queda inmóvil. Pero seguro que reaccionará pronto y por ella, arrancará de nuevo hacia el camino.
ResponderEliminarSuerte y saludos, Antonio-
Lo que puede parecer, a ratos, una "atadura", como reza el título de tu relato, en la práctica se convierte en algo necesario en nuestras vidas, inherente a nosotros, tanto, que cuando nos es sustraído una parte propia también muere y deja paso al vacío.
ResponderEliminarAparte, no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que no lo perdemos. Somos incorregibles.
Un saludo, Antonio
Quiero creer que "ella" era su pareja de muy largos años de vida.
ResponderEliminarMe parece un sublime homenaje a esos amores de toda la vida. Muchos aplausos Antonio.
¡Jo, qué bonito, Antonio! La persona que amamos es la batería que arranca nuestro motor... precisa comparación. Y qué triste cuando esa batería se acaba...
ResponderEliminarUn beso, enhorabuena.
Malu.