Fue ayer
—¡Lo he visto, Padre! Militares altivos avanzaban, inclementes, pisando a las masas silenciosas. Entre grandes carcajadas, ocuparon los palacios. Los guiaba el más pequeño, tiernamente unido al cardenal en un abrazo. Sus manos bendecían y ultrajaban a su paso.
—Cálmate, hijo. Oficial, anote: Glosectomía total y enucleación ocular. Luego, cástrenlo.
—Cálmate, hijo. Oficial, anote: Glosectomía total y enucleación ocular. Luego, cástrenlo.
Yo de tu protagonista preferiría que me mataran, sin poder hablar, ver... pero todo sea por mantener la dignidad de ser libre.
ResponderEliminarEl ejército y la iglesia siempre han sido un tandem peligroso a lo largo de la historia. La iglesia siempre ha bendecido las aberraciones cometidas por el ejército en nombre de un poder que nadie les ha otorgado.
El título me gusta, aunque por desgracia en algunas partes del mundo puede ser hoy.
Buen relato, Jesús.
Un abrazo.
Muchas gracias, javier por tu lectura y comentario. Aunque creo que me ha salido un texto un tanto "fuerte", desgraciadamente, crtfeo que no se parta mucho de la realidad (aunque puedad ser "simbólica"). Sobre el título, lo cogí prestado de un disco de Paco Ibáñez donde evoca las canciones hispanoamericanas, de toda la vida, que cantaba en su juventud. En mi caso, reconozco que dudé sobre si ponerle ¿Fue ayer?. Gracias otra vez y saludos.
ResponderEliminarHola, Jesús. Me iba a desayunar, pero te he visto y me quedo por aquí un ratito para dejarte unas letrillas. Un poco maltrecha van a dejar a la criatura... No se andan por las ramas, desde luego. Tu manera de escribir es un referente para mí; eres directo y no dudas en utilizar las palabras que necesitas para reflejar al máximo lo que te nace. Me parece de ser una persona auténtica, transparente.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Es fuertecillo, aunque responde a tus ganas de escribir algo así, y forma parte de esa espontaneidad que te hace "Jesús Garabato". Muy buen texto.
¡Besitos!
Caray, María José. Vosotros, todos, sí que sois un referente para mi, un simple aficionado. De leer miles de relatos, buenos o no tan buenos, algo se aprende. Yo prefiero mantenerme "fiel" a mi forma de escribir, aunque intuyo, precisamente por haber leído tantos de vuestros relatos, que no es el tipo de textos que se suelen "resaltar". Muchas gracias por dejarme tus palabras. Besos.
EliminarPues a mí personalmente me gusta tu estilo, Jesús. Y creo que a muchas personas más. Es el estilo J.G.
EliminarBesos.
Tajante y duro el relato. Llama mucho la atención esa dureza y la forma que tienes de impresionar al lector te deja el cuerpo tembloroso. Me gustan los relatos impactantes y el tuyo lo es. Duro y fuerte, dejándote un regusto de ansiedad.Me ha gustado mucho y me ha hecho pensar en los desatinos de la vida. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. En este caso, sí quise mostrame un tanto mordaz, puede que injustamente; no lo sé. Aunque a veces no lo parezca corrijo mucho mis textos. En este caso, para "quitarle hierro", he dejado esas rimas que podían haberse disimulado y esos términos médicos quizá fuera de lugar. UN beso.
EliminarLo mismo escribes humor que nos traes una historia dura que impacta. Además, me gusta que lo hagas metafóricamente, pues creo que así queda más elegante.
ResponderEliminarGenial comienzo del día con tu micro, Jesús.
Un abrazo.
Pablo
Hay que darle a todo para no aburrirse. Lo de la elegancia (del texto, supongo) me ha llegado al alma. Muchas gracias, Pablo. Un abrazo.
EliminarTerrible lo que cuentas, Jesús, pero enamora cómo lo cuentas... Tienes un gran talento, no lo dudes. Esta es otra muestra, de las muchas que seguro habrá, en la que demuestras tu capacidad narrativa y tu gran sensibilidad. ¡Chapó!
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias, María José. pero me da que te pasan un pelín. Besos.
EliminarEs la pura realidad. O te callas ante el poder y agachar las orejas o acabas castrado.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Saludos.
Muchas gracias, lunanegra. Estoy de acuerdo contigo. Saludos.
EliminarUna terrible realidad la de la aquiescencia de la Iglesia ante las atrocidades militares. Tu relato es muy duro, Jesús. El castigo que recibe el ingenuo protagonista no puede ser más cruel. Sucedió ayer, es cierto. Y sigue sucediendo en otros muchos lugares con distintas confesiones religiosas.
ResponderEliminarUna abierta denuncia. Un fuerte abrazo, Jesús.
El texto quizá sea duro, pero, como dices, lo que sí tuvo que ser duro fue vivir y sufrir, algunos, en ese ayer. Muchas gracias por tu lectura y comentario, Carmen. Un beso.
ResponderEliminarSí, es duro. Pero real y actual (o mejor, de todos los tiempos)por desgracia para el ser inteigente que decimos que somos.
ResponderEliminarLa manera de escribirlo es tu manera, y como debes comprobar a muchos nos gusta. Saludos.
Muchas gracias, Omar. Me animan tu lectura y tus palabras. Un saludo.
ResponderEliminarImpactante, Jesús. A por el pazo de Meirás... No digo más.
ResponderEliminarAbrazos.
Pos vale. Luego quedamos en la puerta. Esperemos que no nos azucen a los esbirros. Gracias, Patricia. Un beso.
EliminarTu relato es como un puñetazo en la boca del estómago. El tándem Iglesia-Ejército es de temer, juntos han cometido muchas tropelías. Muy buen micro denuncia, Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este micro, botón de muestra de la contribución de estos dos estamentos a lo más negro de la historia universal. Y siguen.
ResponderEliminarUn fraternal saludo.
Como las estatuas de ese trío de monos que se tapan boca, ojos y oídos, así quiere el poder a los gobernados. Qué tendrá eso de estar ahí arriba, moviendo los hilos, que desean mantenerse a toda costa (léanse las tres últimas palabras de forma muy recalcada). Los ciudadanos a los que pretenden servir convertidos en víctimas sometidas por la fuerza, bendecidos en esa labor abyecta; luego se extrañan de que la gente no crea en nada hoy por lo que ocurrió ayer y aún sucede.
ResponderEliminarUn planteamiento que es ficción y puede parecer desmedido, pero cumple el propósito buscado de impactar y deja a las claras la más injusta de las situaciones.
Un abrazo, Jesús
Muchas gracias por vuestros comentarios, Juana y Georges. Me alegro de que, a pesar de su crudeza, os haya gustado el texto. Aunque el relato muestre una representación posible de algunas actuaciones durante nuestra Guerra Civil, creo que se puede aplicar, alegoricamente, a otras formas, contranatura y contra el pueblo, de actuar de algunos estamentos. Saludos.
ResponderEliminarA esos monos creo que les dicen sabios ¿Por no enterarse de nada? ¿Porque al no saber tampoco tendrán problemas? Como siempre, nos regalas, incondicionalmente, a todos, tus (en este caso, sí) sabías reflexiones. Y te le agradecemos. Un abrazo, Ángel.
ResponderEliminarFue ayer, es y será mañana. El ciclo de la historia. Cuanta violencia implícita, y cuanta verdad. Me ha encantado. Exquisito Jesús. Creo que bordas como Patricia Richmond, y otros tantos el formato 50 palabras, sin principio ni fin, das retazos muy certeros y nos sumerjes y nos abandonas en tus relatos, y nosotros, pobres lectores mortales, nos quedamos atrapados en algunas de tus expresiones que son como ecos en los recovecos de nuestro subconsciente. "pisando masas silenciosas"
ResponderEliminarTú que lo castren (enucleacion ocular y glasectomia...) , me ha recordado al que ¡le corten la cabeza!, de la reina roja. Y ese cardenal que bendice y ultraje es total.
Vamos, que me ha gustado muchísimo. Además es verdad que los pequeños han sido grandes dictadores.
Menudo comentario, Raquel. Te estoy muy agradecido. Un beso.
ResponderEliminarDura historia, contada con mucha crudeza.
ResponderEliminarSuerte, Jesús
Abrazo virtual
Muchas gracias por leer y comentar, María Jesús. saludos.
ResponderEliminarEs brutal y estremecedor. Es directo y feroz. Es valiente y sincero. Es impactante y veraz.
ResponderEliminarLos Padres, de cualquier religión, arcángeles guerreros de la verdad, enmudecen, ciegan y asexualizan a los que no entran en el redil de su realidad. Ayer, hoy y, me temo, mañana.
Qué bien has reflejado y contado ese binomio social tan destructivo entre religión y fuerza.
Soberbio, Jesús. Felicidades.
Un fuerte abrazo.
Pues muchas gracias, Antonio. La escena, aunque algo exagerada a propósito, creo que me ha salido lo suficientemente clara (no hablo de la posible calidad del texto) que casi me asusta que alguién pueda sentirse ofendido. Lógicamente, lo que cuento puede aplicarse a otros momentos, otras culturas, otros estamentos... Un abrazo.
ResponderEliminarJesús, un 50 valiente y directo. No te andas por las ramas. Poder-Iglesia, demasiadas veces unidos mientras el pueblo sufre. Aberrante relación para dominar al pueblo y silenciar su voz.
ResponderEliminarMuy buen micro, Jesús.
Besos.
Y así me va, por lo de las ramas, digo. Sin bromas, muchas gracias por comentar. En esta ocasión tocaba algo fuerte. Un abrazo, Pilar.
EliminarUn tema, el de tu micro, Jesús, de los que llaman a reflexión y a espanto. Cómo la inocencia del cordero se ve cada vez pisoteada por la fuerza bruta bendecida por la religión y, cuando no, por la ideología. No hay inocentes suficientes para contener los muros del horror que crecen por el mundo a medida que esta ciega humanidad amplia sus fronteras. Nos queda la esperanza de la florecilla, que enraizada en la grieta del muro, se arma de valor y paciencia y acaba con el tiempo por demolerlo. Muros tan altos han caído, pero a qué precio.
ResponderEliminarTocas una fibra sensible y necesaria y nos dejas un micro contundente, de desarrollo contumaz, valioso en su planteamiento y valeroso en su contenido. Enhorabuena, Jesús. Un abrazo grande.
Muchas gracias, Manuel, por tus palabras y lectura. Un abrazo.
ResponderEliminarSr. Garabato:
ResponderEliminarEl suyo es uno de aquellos relatos que dejan sin habla. El contraste entre la candidez del protagonista y la impía frialdad del clérigo es brutal.
Los temas, la connivencia entre el poder y la iglesia, la opresión al pueblo, la represión son universales y atemporales, de modo que el título resulta muy acertado también.
Gran relato.
Abrazo, Jesús.
Pues muchas gracias, don Carles, por leer y dejarme su comentario. Y, por favor, siga hablando. Y escribiendo, claro. Un abrazo.
ResponderEliminarEstimado Sr. Garabato, sus relatos me animan a seguir escribiendo. Veo el largo camino que me queda por recorrer y eso me anima. Siga vd. escribiendo por favor. Mizaru, Kikazaru, Iwazaru.
ResponderEliminarMuchas gracias, Smokey pisó la raya. Me alegra leer tus palabras. Y que sepas japonés, también. Seguiré, entonces. Saludos.
ResponderEliminarAunque con los datos que das tu relato podría encajar perfectamente en nuestra realidad más cercana, de algún modo tratas un tema universal en el que sus protagonistas ocupan siempre cartelera a cualquier precio.
ResponderEliminarMe ha gustado bastante, Jesús.
Un abrazo.
Muchísimas gracias, Enrique. Y sí, por desgracia, los que tiene la fuerza, en cualquiera de sus formas, están siempre ahi, para recordárnoslo. Un abrazo.
EliminarFue ayer y puede ser hoy perfectamente.
ResponderEliminarEl ejercito y la iglesia forman un enlace eterno. Unos conquistan y otros bendicen. Cada uno, eso sí, con su propia jerarquía. Y el pueblo llano a acatar y a callar.
Muy bueno, Jesús!! Besotes
Muchas gracias, Olga, por tu lectura y comentario. Un abrazo.
EliminarExacto, Jesús, fue ayer, no nos olvidemos y esperemos que no vuelva a suceder.
ResponderEliminarExplícito y duro, pero perfectamente narrado, enhorabuena.
Malu.
Muchas gracias por leer y por tu amable comentario, Malu. Saludos.
ResponderEliminarLa Iglesia debería abstenerse de asuntos militares.
ResponderEliminarNo debería haber comentado lo visto.
Muy interesante tu relato. Saludos
Muchas gracias por tu lectura y comentario, Maribel. Un saludo.
ResponderEliminarPlas, plas, plas. Buenísimo, Jesús.
ResponderEliminarSin palabras.
Un abrazo.
Muchas gracias, Isidro, por leer y comentar. Un abrazo.
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