Viaje a ninguna parte
Manuel cargó la inservible bicicleta con sus escasas pertenencias, una gastada maleta, un paraguas roto y una maltrecha caja. Todo bien sujeto detrás del sillín, preparado para iniciar un largo viaje.
La acomodó contra la desgastada pared, entró en la casa y emprendió la marcha.
La bicicleta espera y envejece.
La bicicleta espera y envejece.
Me parece una maravilla tu relato. Lo que dice, lo que no dice, el título... y, también, la maestría con la que lo has traspasado al papel. Enhorabuena. Un beso y suerte, María.
ResponderEliminarGracias Jesús. Un saludo
EliminarEstoy de acuerdo, al cien por cien, con lo que dice Jesús Garabato. Me ha impresionado tu relato, María. Muchas felicidades.
ResponderEliminarBesos.
Me alegro te haya gustado, Maria José.
EliminarUn abrazo
Me gusta tu relato, María, por su originalidad de ver las cosas desde otro ángulo, además de bien escrito y que te deja pensando.
ResponderEliminarCordiales saludos.
Gracias George.
EliminarUn saludo cordial.
Pues me lo explique... Así me he quedado, jajjjj...
ResponderEliminarNo, es broma. Me gusta ese giro de tuerca, al que el título le viene como anillo al dedo. Tu forma de escribirlo, con ciertas notas de naturalidad y candidez, incluso
romanticismo, es un invitación a entrar en el micro y acompañar al protagonista en ese viaje a ninguna parte.
Muy lindo, María.
Besitos.
Ja ja ja Maria José, ya me habías preocupado.
EliminarGracias.
Besos
María, tu protagonista se preparó para el más largo viaje, aunque no se movió de su casa.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Así mismo Pilar. Le tocaba.
EliminarGracias.
Besos
Probablemente siempre estemos así, en marcha y hacia ninguna parte. Aunque también en cada momento parece que estemos preparándonos para ir a algún destino.
ResponderEliminarBello y sugerente tu relato.
Un abrazo, María.
Me gusta mucho tu propuesta, María, prepararse para algo, dejar lo que no nos sirve a un lado y emprender el viaje, a ninguna parte o a todas las partes, quién sabe...
ResponderEliminarUn beso.
Malu.