Aquí hay trabajo

El nuevo empleado pregunta por el vetusto sombrero de un maniquí. El dueño dice que no le incumbe. El trabajador no reprime el capricho de colocarse el viejo complemento. La figura cambia de rostro.

El propietario, con desgana, vuelve a poner en el escaparate el anuncio de "Se necesita dependiente".
Escrito por Ángel Saiz Mora
Anónimo hasta noviembre

7 comentarios :

  1. La magia ha entrado en Cincuenta esta mañana. ¡Chapeau!

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  2. Me intriga eso de "la figura cambia de rostro".

    ¿Es el maniquí que tiene vida mágicamente? ¿Y cuando le quitan su sombrero cambia el rostro? O estoy imaginando de más.

    Con soltura nos pintas la leve tolerancia del dueño y la audacia precoz del dependiente. A ambos les convendría un tantito de mesura.

    Buen micro, me pone a pensar y meditar.

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  3. Opino como Manuel, algo mágico tiene ese sombrero, quien se lo pone se convierte en maniquí. Está claro que la curiosidad del empleado le ha llevado por mal camino.
    Buen relato.
    Un abrazo, anónimo.

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  4. Un relato de terror que no necesita un ambiente gótico en el que desarrollarse. Le basta una tienda cualquiera de cualquier ciudad, lo que le hace aún más terrorífico y casi posible.
    Felicidades por esa imaginación.

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  5. ¿El sombrero atractivo, puede ser el arma de un asesino?. Has conseguido una intriga muy "especial", en este original relato.
    Suerte.
    Saludos virtuales.

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  6. Lo primero que podría decirse del microcuento es aquello de la curiosidad mató al gato, y que el nuevo empleado se ha metido donde no lo llamaban y ha sido víctima de un extraño maleficio de no sabemos quién, quizá del propio dueño de la tienda, que puede que no sea un empresario como tantos miles, sino algún brujo que persigue objetivos desconocidos y siniestros.
    Lo cierto es que ese individuo que buscaba trabajo ha quedado atrapado dentro de un maniquí, y ese trabajo sigue estando libre; la tienda sigue buscando un dependiente, esperemos el próximo que no sea tan curioso ni tan audaz y que se limite a hacer su trabajo, aunque si supiese lo que sabemos los lectores de tu magnífica historia saldría de allí como perseguido por el diablo.
    Un abrazo.

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  7. En fin, por lo menos no tiene que preocuparse por conseguir maniquíes. Un buen micro. Saludos

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