El premio

El calor de hogar que Adrián Expósito había soñado desde la Casa Cuna se desprende del café humeante, caricias de miel y flores de pasión que Kifi le ofrece.

Kifi entró en su vida cuando obtuvo el premio.

Adrián nunca encontró mejor compañía. Lo había creado para ser su robot.
Escrito por María Jesús Briones Arreba
Anónimo hasta noviembre

8 comentarios :

  1. Tu protagonista solo ha encontrado el calor del cariño en la frialdad de un robot. En el fondo un premio muy triste.
    Buen relato.
    Un abrazo, anónimo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otro abrazo y agradecimiento para ti, Javier.

      Eliminar
  2. ¡Ay carambas!

    Geniales pinceladas de Sci-Fi con aroma de romance que no trasciende solamente las sutiles diferencias de raza, color y credo, sino de especie (si acaso a los robots con AI se les puede llamar una especie; no deberíamos, pero me gusta pensarlos así, en el futuro lejano).

    Un abrazo. Bien logrado el relato.

    ResponderEliminar
  3. Me encana tu interpretación, Alejandro.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. No hay límites a los deseos del corazón, aunque sea necesario reinventar el mundo. Como anota Alejandro,geniales pinceladas de ciencia ficción.

    ResponderEliminar
  5. Gracias, Manuel.
    Como siempre, tu opinión merece un imperio.

    ResponderEliminar
  6. Bueno, el calor robótico es a veces mejor que el humano. Kifi, a diferencia de sus padres, no le abandonará.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Puede ser una realidad futura.
    Saludos

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!