Empresas fallidas
A pesar del excelente acabado y la perfecta sincronización, aquel negocio de relojes de arena en el desierto del Gobi —donde el cuarzo más fino del mundo— no acababa de despegar. Antaño tampoco le funcionó bien la tienda de clepsidras en el atolón de Canohé —donde el agua más cristalina—.
Escrito por Manuel García González
A tu protagonista no le van ni los relojes de arena, ni los de agua. No sabe enfocar los negocios, como dicen hoy en día, debe aprender a ser un buen emprendedor.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo, anónimo.
Hmmm... ¿Cual es la falla de este emprendedor? Me deja pensativo en verdad. Pareciera que el producto es excelente. Quizás le falta un buen marketing... jaja ;)
ResponderEliminarBuen relato en verdad!
Hay un desajuste de intención en este emprendedor (tal vez se trate de El pincipito que ha decidido hacerse empresario). Lo suyo, creo, es hacerse uno con las esencias de la Tierra, y esas, son empresas donde desarrollar el ser y proyectar dimensiones personales entre la contemplación y el gozo, no donde hacer capital y lanzar mercado.
ResponderEliminarElegancia en la serena propuesta de tu visión que nos invita a reflexionar.
Le falla un buen estudio de mercado jeje
ResponderEliminarTendrá muy buen producto... o mucho que ofrecer, pero se olvida de las necesidades de su entorno. Vive en un mundo desconectado de la realidad.
Buen 50!
Ahora debería poner en Arenys de Munt una tienda que sólo venda banderas españolas. Pero, en fin, quien la sigue la consigue.
ResponderEliminarSaludos