La máscara

Estaba obligada a ser la madre perfecta, la jefa sin corazón, la esposa cordial... Su rostro cambiaba según el momento del día. Vistiendo tristeza cuando despedía a sus hijos. Pintada de crueldad destrozando a su equipo. En algunos instantes eliminaba las caretas y los disfraces y, entonces, irradiaba pura realidad.
Escrito por Esther Moreno Morillas - Web

8 comentarios :

  1. ¿Qué sistema tirano hace que una mujer exprima su vida para intentar ser cien mujeres en una? ¿Quién ha puesto en marcha esta centrifugadora y ha olvidado programar que se detenga?
    Qué bien reflejas, Esther, la realidad que envuelve hoy a la mujer.Salduos.

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  2. Esther, es tema de tu relato me recuerda al último mío, "Egoísmo". Me ha gustado literariamente: está muy bien escrito.

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  3. Más que un relato de ficción es una realidad expresada muy acertadamente. Por experiencia propia he conocido a una "mujer cruel destrozando a su equipo". Hace años era más difícil entender la situación de una mujer que tenía que "demostrar" que podía cumplir su tarea de "jefa" rodeada de hombres. Soy de la opinión que queda mucho camino por recorrer. Abrazos, Esther.

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  4. Eduardo Martín Zurita11/1/18, 20:49

    Hola, Esther.
    Una realidad dura la de tu protagonista, por desgracia demasiado común, aún en la actualidad. El texto, como conviene, está escrito como a latigazos. Es una pena que las cosas sean así. ¿Cuándo cambiarán de una bendita vez? Conozco bastantes mujeres de rostro variable, de expresión facial, vaya. Me gusta tu propuesta delatora. Y me entristece su fondo. Enhorabuena y un beso.

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  5. Cuántas mujeres se multiplican diariamente en sus diferentes papeles, adoptando en cada uno la máscara exigida. Aún queda bastante camino para que puedan despojarse de todo disfraz y puedan comportarse como lo que son: personas, mujeres.
    Muy acertada tu reflexión, Esther. Un beso.

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  6. Una cosa es adaptarse a los diferentes ambientes en los que transcurre una vida, eso, más o menos, lo hacemos un poco todos, pero otra muy distinta es ser exprimida las 24 horas del día, con una exigencia de entrega total en cada ambiente, sin tener un momento para estar relajada, actuar con naturalidad, ser ella misma. La sociedad obliga a que las mujeres, en muchos casos, sean superwoman, quieran o no, o como las muñecas rusas con muchas personas dentro, siendo la última, la más reducida, la más auténtica.
    Un saludo, Esther

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  7. Pues has dado en el clavo, así es el asunto, nos hemos convertido en perfectas actrices y el público pide más. Un beso.

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  8. Gracias Manuel, Iñaki, Pepe, Eduardo, Carmen, Ángel y Maite por pasar por aquí ;)
    Una reflexión que nace del día a día. Cruda y real. Como decís todes, queda mucho por hacer. Un abrazo!

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