Las almas puras
El pequeño ataúd coronado de flores. En México todos festejaban. Vida, muerte... Era una transición.
A veces, la mamá se asomaba a la ranura de la tristeza, recreando recuerdos de cosas que casi llegaron a ser, que ya nunca sucederían.
Nacida muerta, ahora su alma pura, liberada, la velaría siempre.
A veces, la mamá se asomaba a la ranura de la tristeza, recreando recuerdos de cosas que casi llegaron a ser, que ya nunca sucederían.
Nacida muerta, ahora su alma pura, liberada, la velaría siempre.
No hay mayor pena. Un micro muy sentido. Un saludo, Raquel.
ResponderEliminarPara el que tenga creencias, eso de "los caminos del Señor son inescrutables" es una buena frase para resignarse a aceptar lo que parece mas ilógico: que el ser más tierno e indefenso ni siquiera tenga oportunidad de abrir los ojos. Hay que tener mucha fe para aceptarlo. En casos así, solo la confianza en otra vida consuela de los sinsabores, hasta del mayor de ellos. De existir el alma, nada puede haber más puro que una nonata, que no ha tenido tiempo ni oportunidad de mancillarse lo mas mínimo. Bien mirado, si en México se celebra la muerte como una alegre transición, el paso a una vida mejor, sin sinsabores, se habrá evitado a esa criatura una existencia con sus luces, pero también con incontables sufrimientos.
ResponderEliminarUn micro para pensar, en el que la esperanza supera toda la dureza.
Un abrazo, Raquel
México tiene una relación especial con la muerte, de hecho, la muerte es una fiesta para ellos, tal y como apuntas al principio de tu microcuento, no sé si todo ello les viene de los cruentos sacrificios humanos que practicaban los aztecas, sea como fuere, en México lindo y querido, y ahora que impera el narco mucho más, el número de muertes, por ejemplo, leo ahora que, en el 2017, anduvo cercano a los treinta mil, con lo que algunos lo califican como el país más violento del mundo tras Siria.
ResponderEliminarSea como fuere, el señor de los muertos de la cultura azteca de nombre impronunciable, Mictlantecuhtli, leo en Wikipedia, no estará descontento con el tributo de sangre que recibe puntualmente.
En tu historia la muerte se ha adelantado a la vida, y la niña ha nacido ya muerta, es un angelito del cielo, como solía decirse antaño.
Pero todas esas razones, al dolor de una madre no le sirven para nada, para nada la cultura de su país que se burla de la Huesuda, que considera que la muerte es una transición entre dos estados, Nietzsche decía que la vida sólo es una variedad de la muerte, y una variedad muy rara.
Tampoco le sirve pensar que su hija es un alma pura, nada pueda consolar a una madre, por esa, la ranura de tristeza que mientas puede convertirse en una enorme agujero por el que se cuele toda la congoja del mundo cuando piense en ese futuro junto a su hija que nunca será, que nunca podrá ser.
Duro microcuento que pone el acento en ese antagonismo que es la existencia, en sus dos caras, y que, cuando la preponderancia es la de la cara de la Santa Muerte, el dolor nos angustia y nos abate. Ojalá que la vida colmara a todos los seres humanos de dones, por desgracia, no es así ni mucho menos.
Un abrazo, Raquel.
Gracias Raquel `por tu microrrelato. Gracias por permitir que nos asomemos al abismo de quienes pierden a una hija.
ResponderEliminarDuro micro que nos acerca a la muerte desde el prisma de una cultura concreta, quizá lejana y difícil de comprender para muchos.
ResponderEliminarA pesar de su dureza, es un micro bellísimo, tristemente bello. Y lo es por la delicadeza con la que está escrito.
Enhorabuena y suerte en todo, Raquel.