Uno de fantasmas
El fantasma, como cada noche, esperaba a la Muerte. Había tormenta. Se abrieron ventanas, el viento silbaba entre las grietas y el moribundo clamó al cielo asustado. El fantasma no podía consentir que el cielo actuase. Un relámpago iluminó la estancia. Entonces vio el rostro del viejo. ¡Era su hijo!
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