Uno de fantasmas

El fantasma, como cada noche, esperaba a la Muerte. Había tormenta. Se abrieron ventanas, el viento silbaba entre las grietas y el moribundo clamó al cielo asustado. El fantasma no podía consentir que el cielo actuase. Un relámpago iluminó la estancia. Entonces vio el rostro del viejo. ¡Era su hijo!
Escrito por Mª Luisa Pérez Rodríguez

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