La ciudad acordonada

Me desperté a las cuatro de la mañana. El motor rugía en la otoñal madrugada. Vi la calle cortada al tráfico y acorralados los sospechosos gigantes.

Sigilosos, los operarios levantaban la alfombra de hojarasca con potentes chorros de viento. Si el alba no lo remediaba sería otra noche de insomnio.
Escrito por Francisco Rubio Yepes - Web

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