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Conocía bien ese lugar de comidas. Era uno de esos sitios de "sírvase usted mismo", sin manteles de lujo. En estas fechas señaladas los camareros dejaban viandas de mejor calidad. Mirando tímidamente alrededor elegí algo envasado y fruta, quizá demasiado madura.

Cuando me retiré, la tapa del contenedor cayó violentamente.
Escrito por Javier Velasco Eguizábal

8 comentarios :

  1. Lo que unos desprecian o desechan, por puro exceso y desmedida, es la subsistencia de otros, Un contraste que resulta más marcado aún en estas fechas, en las que se habla de buenos propósitos, pero las diferencias persisten. Nadie debería tirar comida y nadie debería rebuscar entre la basura para comer.
    Un buen relato, bien llevado hasta el final, en este primer día del año, para el que te envío mis mejores deseos.
    Un abrazo, Javier

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    1. Siempre me han dejado un regusto amargo las enormes diferencias que se ven a menudo y que, sobre todo, se hacen más patentes en estas fechas. Por eso quise hacerlas coincidir con mi relato.
      Mi deseo para este año es que disminuyan todo lo posible las diferencias sociales y que cada vez haya menos gente como el de mi relato.
      Gracias por tu amable comentario, Ángel, y que tengas un año feliz

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  2. Pura realidad. Hay quien tira de mantel fino y bordado y quien encuentra acomodo en cualquier sitio. Pero la caída de la tapa del contenedor me ha sonado como un mazazo en medio de confort de mis navidades. Estoy al otro lado, claro.
    Hasta el próximo mes, Javier.

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    1. Yo también estoy al otro lado Juan. Pero en una de las compras navideñas que se hacen como preparativo para estas fiestas tropecé con la imagen de un indigente rebuscando en un contenedor de basura. El impactó me originó la creación de este relato.
      Nos veremos y nos leeremos Juan, un abrazo

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  3. Como te decía, Javier, me parece un relatazo de altura. Fluye con un continuo y una elegancia que nos permiten imaginar a un personaje hastiado, incluso tal vez un perdedor ocasional, alguien presa de su rutina y cansado de ella, pero cuando la última frase nos sitúa en el contexto cae sobre nosotros un aldabonazo escalofriante.
    Nos estás hablando de alguien que viene a alimentarse a la esquina de casa, ahí donde acabamos de reciclar los envoltorios de nuestras comilonas salvajes y del sin fin de regalos de amigos invisibles que nos asaltan por todas partes estos días.
    Enhorabuena, Javier, tanto por el continente como por el contenido.
    Esto, un abrazo y mis mejores deseos para 2019.

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    1. Muchas gracias Manuel por tu comentario. Puedo asegurarte que palabras como las tuyas me animan a seguir imaginando relatos en esta faceta casi desconocida para mi que comencé hace poco menos de un año. Como un pintor hace a veces ante un lienzo en blanco, hago yo para crear un relato, miro a mi alrededor y mi entorno se encarga de crearme la idea.
      Así ocurrió en esta ocasión. Vi a un indigente rebuscando en la basura de un contenedor mientras me disponía a hacer una de las compras para la celebración de estas fiestas. Pensé en la maldita desigualdad social que existe y me puse a buscar cincuenta palabras que expresaran esa idea.
      Un abrazo Manuel y te deseo un año venturoso y creativo

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  4. Ahora, desde que han puesto llave a los contenedores de materia orgánica, las personas que tienen que recurrir a este extremo todavía lo tienen peor. Lo ideal es que nadie se vea en esa necesidad, pero por desgracia se sigue dando.
    Has tenido mucho ingenio al escribir el micro, haciéndonos imaginar que alguien está haciendo uso de un comedor social, que si de por sí ya es triste, todavía lo es mucho más la realidad del contenedor. El título también muy logrado. Saludos, Javier.

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  5. Como dice Juana, nos llevas por un comedor social hasta que esa tapa del contenedos nos golpea, y se entiende mejor porque mira alrededor.
    Muy bien contado, Javier.
    Saludos y ¡a seguir escribiendo!
    Carme.

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